La Casa Batlló ha hecho una clara apuesta por atraer al público familiar a conocerla por dentro y en este contexto hemos invitado a visitarla a nuestra agente Mammaproof Eva Piqueras y a su familia, sus hijos tienen diez, siete y cinco años y nos ha dicho que le ha encantado. Ellos han tenido la suerte de probar y aprobar la visita en familia La magia de Gaudí para todos – El mejor plan cultural con niños en Barcelona. Una propuesta museística con muchas sorpresas que emociona y encanta a pequeños y adultos (salas immersivas, cuadros interactivos, hologramas…). Aquí tenéis su crónica de certificación de Lugar Family Welcome.
Un poco de historia
La Casa Batlló es de unos de los máximo exponentes del modernismo catalán, obra de Antonio Gaudí, y está situada en el corazón de Barcelona, en el Passeig de Gràcia, junto otras casas singulares como la Casa Amatller o la casa Lleó Morera.
La familia Batlló encarga al genial arquitecto la reforma de la casa el año 1904, quién tardo dos años en crear la maravilla que es ahora. La Casa Batlló no solo es referente a nivel estético, sino que el arquitecto se avanzó a su tiempo dotándola de elementos que la hacen muy sostenible.
La magia de Gaudí para todos
Actualmente la Casa Batlló es Patrimonio Mundial de la Unesco y su visita inmersiva ha sido galardonada con más de 20 premios internacionales. A los niños y niñas ofrecen una audioguía que les explica lo que pueden ver en todas las salas y a nivel visual, en la pantalla pueden ver cómo era la casa cuando vivía gente y mediante la realidad aumentada pueden ver cómo algunos elementos de la casa como son ventanas, chimeneas o incluso pasamanos toman vida y se transforman en elementos de la naturaleza como animales o plantas.
A nuestros hijos les encantó, en ningún momento se les hizo pesado ni se quejaron cosa que, admitámoslo, pasa a menudo cuando vas con niños pequeños a un museo… entran con muchas ganas, pero estas se van perdiendo por el camino.
Para que os hagáis una idea, la visita está estimada en una hora y media y nosotros estuvimos ¡más de dos!
Os contamos un poco por orden cómo es la visita. En la entrada os atenderán de forma muy amable y si vais con cochecito os darán la alternativa de dejarlo aparcado o realizar la visita con él. Con cochecito accederéis por ascensor a cada planta para poder hacer la visita con total normalidad. Si lo dejáis disponen de mochila portabebés para que la visita sea más cómoda.
La primera sala que encontramos, la Gaudí Dome, se trata de una sala circular con más de mil pantallas en las que nos sumergimos en la mente del arquitecto (¡o así lo interpretamos nosotros!), vemos la figura de Gaudí recostado en una mesa y a nuestro alrededor miles de imágenes de naturaleza, color y movimiento que sirven de introducción perfecta para todo lo que veremos a continuación.
Paseamos por su interior
Después de esa sala es cuando nos facilitaron las tablets que nos explicarían todo el recorrido. Así fuimos visitando todas las estancias: la sala, el comedor, las habitaciones, el patio. En el patio, si has escogido la entrada Gold, te ofrecen tomar algo y acceder a una sala con objetos de la época para poderlos probar y hacerte fotos si te apetece.
Seguimos el recorrido subiendo por la escalera y admirando la claraboya que nos dejó a todos boquiabiertos. La manera de trabajar la luz en ese espacio es simplemente genial, nos hace pensar que estamos en medio del mar y a nivel técnico consigue que la luz y la ventilación lleguen a todas las plantas del edificio mediante unas originales ventanas con “branquias” que dejan pasar el aire de forma controlada.
Finalmente llegamos al desván, todo blanco y con unos arcos centenarios. Aquí dejamos de estar en el mar para adentrarnos en el vientre de una ballena.
La azotea y su dragón
Entonces pasamos ya a la azotea con sus icónicas chimeneas y su cubierta de “dragón”. De hecho, mucha gente conoce la Casa Batlló como la casa del dragón. Esta se conecta así con la leyenda de Sant Jordi. También encontramos la cruz de 4 brazos, símbolo de la espada que Sant Jordi clavó en el animal para matarlo.
Si quieres, una vez de vuelta al desván tienes la posibilidad de hacerte una foto en uno de los icónicos balcones de la fachada, un recuerdo muy original.
En el desván también nos encontraremos los aseos con cambiadores para los más pequeños.
Para finalizar la visita fuimos bajando por una escalera concebida por el arquitecto japonés Kengo Kuma. Aquí mediante distintas cortinas de cadenas se juega con la luz y el sonido. Una bonita forma de evocarnos la naturaleza tal y como hacía Gaudí.
Un viaje inmersivo
Una vez terminado el recorrido hay una última sorpresa, se trata del Gaudí Cube. Un cubo con pantallas en todas sus caras en el que proyectan imágenes de naturaleza y color. Además tiene altavoces con sonido. Este proporciona una sensación de inmersión total, y es obra de Refik Anadol. ¡Se nos hizo corto!
Antes de entrar recibiremos la advertencia de que puede ser nocivo para personas con autismo o alguna otra afectación sensorial. Así podemos valorar si entramos o no. Pero la sensibilidad hacia ese colectivo no acaba solo ahí. Y es que la atención a los visitantes la realizan personas neurodivergentes.
Nos parece una iniciativa admirable y que ojalá se vaya extendiendo a muchas más empresas.
Y hasta aquí nuestra experiencia, totalmente recomendable descubrir esta joya del modernismo por dentro con peques de todas las edades. Un plus: los niños y niñas de hasta 12 años entran gratis, y hasta 17 años tienen importantes descuentos.
Encontraréis toda la información aquí.