Preparar un viaje en familia
En algún lugar leí que mi nombre estaba relacionado con la atracción por vivir situaciones nuevas, increíbles, inesperadas. Siempre he sido una persona curiosa y cuando llegó el momento de planear mis vacaciones en familia, este afán de aventura no se detendría.
Viajo desde los 18 años, cuando dejé mi lugar de origen, Canarias. En un principio viajaba con maleta, hasta que descubrí otra manera de viajar. Me convertí en trotamundos y cuando nació mi primer hijo decidí seguir conociendo el mundo junto a él. Desde sus primeros meses de vida, viajamos a un país distinto cada año, lo cual fue muy fluido al principio, pero empecé a notar que le faltaban amigos de viaje. Necesitaba compañeros de aventura.
Entonces me propuse armar rutas en familia y crear mi propia agencia. Quería viajar con niños y mostrarles el mundo de una manera activa y sostenible. Este proyecto empezó a concretarse con la llegada de mi segundo hijo. A los pocos meses, junto a Raquel mi socia, abrimos We go Wild una agencia de viajes de aventura en familia.
Ya son 7 años viajando como tour líder de familias. En cada viaje descubro que los aprendizajes de esta manera de viajar son infinitos. No sólo ganamos compañeros de ruta, sino que juntos creamos viajes libres y auténticos.
¿Qué aporta viajar con otras familias? Son tantos los puntos extras que aquí intentaré detallar sólo algunos.
Experiencias turísticas diversas: más significativas y conscientes
¿Viajes transformacionales? Viajar en familia, con otras familias, es una gran fuente de transformación. Los aprendizajes suceden desde el primer día. Cuando nos desconectamos de nuestras rutinas y compartimos el día a día con personas que hasta entonces son desconocidas, podemos romper roles tradicionales y logramos mirar a través de la óptica del otro. Si además este viaje es de aventura, el recorrido de los destinos resulta vibrante y nutre todos nuestros sentidos. Esto nos transforma y cambia nuestra forma de ver y estar en el mundo.
En nuestros viajes a Jordania algo que me ha impactado es como la familia completa aprendemos en una misma actividad, con distintos puntos de vista. En Ghor Al -Mazara’a una pequeña aldea al sur de Ammán, visitamos el proyecto Zikra Initiative, una propuesta innovadora que reduce la brecha entre las zonas urbanas y rurales, trabajando en la generación de soluciones artesanales y sostenibles. Allí los adultos conocemos de primera mano al pueblo jordano, mientras los niños juegan y aprenden a fabricar juguetes. Se trata de una experiencia única, que nos conecta de una manera consciente con lo profundo de la cultura local.
Tiempo de calidad: diversión y descanso asegurado
Si algo valoro de compartir mis viajes familiares con otras familias, es que ¡todos nos la pasamos pipa!
Durante el año los planes en familia suelen ser complicados por nuestros horarios apretados. Compartir las vacaciones puede ser la única manera de pasar tiempo de calidad juntos. Si además realizamos estos viajes con otras personas, descomprimimos nuestros vínculos. Compartimos conversaciones, actividades y juegos con pares. Estamos en familia y además conocemos nuevas amistades.
El plus de esto, es que además logramos tener más tiempo personal. Nuestros hijos e hijas están entretenidos y entre las familias solemos turnarnos en el “cangureo” en lo que llamamos “banco de tiempo WGW” para que cada quien tenga la oportunidad de disfrutar de su tiempo. Por ejemplo, en Marruecos, madres y padres valoramos la posibilidad de visitar un hammam y regalarnos un baño de vapor relajante.
Compartir gastos y logística: más económico y más seguro
Un viaje en familia necesita estabilidad, comodidad, seguridad. Movernos en grupo nos permite aventurarnos a nuevas experiencias, garantizando estos puntos.
Desde recorrer lugares de difícil acceso al que podemos llegar gracias a un transporte privado como viajar en coche en familia que es más económico y seguro contratar en grupo, hasta adentrarnos en una cultura desconocida, ocupar un hotel para familias, o realizar actividades totalmente nuevas como caminatas nocturnas por la selva.
En Costa Rica, fue más fácil trasladarnos en grupo, por ejemplo desde el Parque Nacional de Tortuguero, una de las zonas con mayor biodiversidad hasta el Parque Nacional Cahuita, un pueblo costero desde el cual llegamos al bosque tropical donde vimos de cerca animales como perezosos, tucanes y monos.
Algo que valoramos mucho de los viajes en familia en grupo, es contar con un tour líder. Esta persona nos acompaña y está a cargo de la logística y de los acuerdos más importantes como alojamiento o traslado. Así es más fácil alcanzar lo más conveniente para el grupo, asegurando el bienestar de todas las familias y de cada integrante del viaje.
Aprendemos mientras viajamos
¿Quién dijo que viajar y estar de vacaciones es un tiempo de pausas sin nuevos desafíos? En mis viajes en familia he comprobado que mis hijos aprenden mucho, a veces, y en ciertos aspectos, más que durante el resto del año. El salto madurativo es enorme y el crecimiento muy profundo.
Algo que nutre mucho estos aprendizajes es la diferencia de edades entre los niños y niñas que viajan. El intercambio es orgánico, juegan, comparten, intercambian, unos son ejemplos de otros. Entre sus pares pierden miedos, logran vencer su timidez, calman sus ansiedades, se animan a experimentar. Tirar del grupo, es más fácil porque
La integración entre ellos es casi inmediata, y empiezan a funcionar en grupo, y esto es más fácil de manejar, que sólo con nuestros hijos e hijas.
Recuerdo que en nuestro viaje por Indonesia y Borneo, estando en una embarcación típica de la zona llamada klotok, íbamos navegando por el río Sekonyer recorriendo el maravilloso Parque Nacional de Tanjung Puting. Allí, en la selva, viven los orangutanes y una niña de 15 años le tenía mucho miedo a los animales, Lo increíble es que al finalizar el recorrido había logrado perder sus temores gracias al ejemplo de un compañero de ruta de 10 años.
Nuestra red crece: La familia se extiende
Los lazos que se crean en cada viaje son verdades. Salimos de nuestra zona de confort, fuera de nuestros entornos habituales, con otras personas. Esto nos pone en una situación de vulnerabilidad compartida y logramos espacios de mucha intimidad. Logramos conocer familias que llegan de diferentes puntos de España y que quizás no hubiéramos conocido de otra manera.
Se suceden las charlas, los intercambios, madres y padres compartimos miradas sobre crianza, generamos círculos de seguridad, y las historias conjuntas se construyen de viaje en viaje.
Como dos madres solteras que tras conocerse en uno de nuestros viajes por Indonesia , mantuvieron el contacto y decidieron sumarse juntas a nuestro viaje por Azores. Un lazo que me conmueve mucho es el que mantenemos con Ferrán, un niño viajero, que tenía 15 años cuando su familia se sumó a uno de los viajes de WeGoWild Travel y que, al día de hoy, 3 años después, sigue en contacto con nosotras, compartiendo lo transformador que fueron para él estas experiencias.
Muchas veces nos preguntamos cuáles son los mejores lugares para viajar en familia. En este tiempo he aprendido que la compañía es uno de los ingredientes más importantes. Viajar en familia y viajar con otras personas, es una de las experiencias más ricas y nutritivas. ¡Somos familias viajeras! Y podemos compartir pasión y curiosidad por descubrir el mundo y sus culturas.
