Sus medidas lo avalan. El Museu Més Petit del Món de Noemí Batllori es el museo más pequeño del mundo. Está en la Vila de Gràcia y, en realidad, no es un único museo sino una decena de microsalas de exposiciones, repartidas por todo el barrio.
Para encontrarlas tenéis que agudizar la vista, bajar la mirada y prestar atención a las fachadas. Veréis que algunos edificios todavía conservan las diminutas puertas de hierro que escondían las llaves de paso del agua. Agachaos, abridlas con mimo, maravillaos y soltad un ¡OH! en mayúsculas.
La sorpresa es máxima. Es en esos miniespacios en desuso donde Noemí Batllori, una polifacética artista del barrio, ha creado un proyecto rotundamente familywelcome.
Tenemos una de esas puertecitas al lado de mi taller, en la calle de la Virtut 14. El año pasado, mi hija Gala estaba estudiando los planetas y se nos ocurrió hacer una instalación artística en su interior
“Entra a l’univers”, creada con varias bolitas multicolores de poriexpan, fue la semilla de una iniciativa que pretender acercar el arte al público infantil. Desde entonces las antiguas puertecitas han cobrado una segunda vida. Aviones, fondos marinos, cabras, islas y pequeños personajes son los protagonistas de su resurrección. Y la inspiración de los más pequeños, por supuesto.
Txell creó un escenario de papel, plasmando un paisaje submarino, para idear “Al fons del mar vam trobar peixos i de tot”, una intervención artística que obsequió a su padre el día de su cumpleaños. ¡Un regalazo!. Los hermanos Teo y Nona titularon su obra ” El zoo més petit del món”, no en vano en su interior hay una jirafa liliputiense, observada por dos señoras que apenas miden 1 centímetro. Yvonne prefirió que la protagonista de su obra fuera una cabra pequeñísima. Y tituló su obra “Cherry Blossom”. Un avión del tamaño de una cereza es la pieza clave de “Volant he vist”, creación de la pequeña Joana.
Encontrar las pequeñas puertas es como ir en búsqueda de un tesoro. Están a un metro del suelo. Los adultos ni las vemos, pasan desapercibidas para nosotros pero para las criaturas es diferente. Están a su altura y cuando las abren, su cara lo dice todo. Está claro que el tamaño no importa. Lo que cuenta es el mensaje, que puedan expresarse y que los receptores seamos sensibles
Nos cuenta esta ilustradora y maquetista, con pasión.
Son puertecitas pop-up. Street art efímero. Las obras van cambiando cada 3 semanas y, aunque por el momento, las creadoras son de corta edad, Noemí quiere abrir convocatoria para que el público adulto pueda exponer e incluso crear un catálogo con todas las obras. Si queréis formar parte de “El museu més petit del món” tenéis dos opciones: hacer la rutilla por el barrio encontrando las obras de arte de pequeño formato o bien que vuestra tribu exponga en alguna de las puertecitas. En el taller de Noemí podéis adquirir un kit para que vuestras criaturas den rienda suelta a la imaginación. Ella os dará un mapa, os indicará qué puerta está libre y las instrucciones para que todo salga rodado
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Bona tarda, on es pot aconseguir el mapa?