Acabamos de recuperar una cámara de fotos ‘antigua’, de las que van con pilas, para mi hija mayor. Y hace unos días me pidió hacer un tour fotográfico por Barcelona. Le propuse hacerlo por el colorista barrio de La Ribera y ¡acertamos!
Comenzamos la ruta por El Born Centre de Cultura i Memòria. Lo primero que hice es recordarles que cuando su mamá era (aún más) joven, este antiguo mercado de finales del S. XIX estuvo mucho tiempo cerrado. Cuando iban a restaurarlo, se encontraron con un yacimiento arqueológico del S. XVIII. Y estuvieron muchos años sin saber qué uso darle, hasta que decidieron conservar los restos de las casas de esta parte del barrio de La Ribera y reconvertir lo que fue un mercado en un centro cultural.
Desde hace algunos años, este espacio polivalente tiene una programación muy variada de actividades literarias, musicales, culturales… para todas las edades
Después de ver los restos arqueológicos en el antiguo mercado de El Born, estuvimos callejeando por La Ribera. Mis hijos me preguntaron que por qué se llamaba así y les conté que, hace muchos años, el mar llegaba hasta aquí.
Callejear por el barrio de La Ribera es una delicia, porque es muy peatonal y puedes imaginarte muy bien cómo debía de ser la ciudad de Barcelona en la Edad Media
A mis hijos, las calles que más les gustaron fueron las que tienen arcadas. Les conté que es un tipo de calle muy típica de las ciudades castellanas y que es ideal para caminar porque, si llueve, no te mojas.
Seguimos el paseo y la parada obligatoria era en la Basílica de Santa María del Mar. Antiguamente, como el mar llegaba hasta aquí (incluso Barcelona ¡tenía una isla muy cerca de donde estábamos!), este barrio estaba repleto de mercaderes, marineros, artesanos… Era una zona tan próspera, que los habitantes de este barrio pagaron las obras de la que hoy se conoce como Catedral del Mar. Y lo hicieron en un tiempo récord, en ¡poco más de cincuenta años!
Llegamos y justo a las 13.15 horas comenzaba una visita a las terrazas de Santa María del Mar, así que nos apuntamos. El tour empieza en el interior donde Pedro, el guía -que era muy simpático- nos comentó muchas curiosidades del templo. A mis hijos les llamó mucho la atención que hubiera habido tantos terremotos que afectaron a la Basílica (¡mi hijo contó quince!) y que, en el S. XIV, cuando fue construida, era toda policromada y no de color piedra como ahora.
La primera parada es en una terraza que equivale a una cuarta planta y ya tiene muy buenas vistas de la ciudad
El guía se explicaba muy bien y era muy niñero. Cuando llegamos a la planta de arriba del todo, les explicó a mis hijos que hay unos respiraderos que se tapan en función del tiempo con una campana. Además, les hizo mirar por dentro a ver qué descubrían.
Mi hijo estaba muy intrigado con los respiraderos del templo que se abren en verano y se cierran en invierno
En la segunda parada, las vistas de Barcelona son de las mejores de la ciudad. La visita a las terrazas de esta iglesia gótica es recomendable para niños a partir de 6 años, ya que las escaleras de acceso son muy estrechas para ir con bebés o con niños en brazos. El precio de la entrada es de 10 € (entrada general), 8 € (estudiantes) y gratis para niños menores entre 6 y 8 años. Y es muy recomendable.
