En Cal Carulla vivimos una inmersión total a lo rural, a tan solo una hora de Barcelona. Es un alojamiento en la comarca de la Anoia, en el pequeño pueblo de L’Astor. La familia Carulla convirtió los establos y los corrales de su masía en 7 casitas independientes que se pueden alquilar separadas o todas a la vez para grupos grandes.
Es lo más parecido a ‘volver al pueblo’: corretear por las calles, entrar y salir de casa con las puertas abiertas, pasar por casa de los vecinos, compartir tardes de fresco en la calle, mañanas de piscina, tardes en bicicleta, … esa sensación de libertad sin peligros, de ‘pantalons curts i els genolls pelats’ que cantaban Els Pets.
El proyecto familiar de los Carulla
Laura, la joven que hay detrás del proyecto de alojamientos rurales, es la 14a generación de la familia Carulla. Una historia atada a l’Astor, un pueblo de apenas 20 habitantes que dobla su población cuando las casitas de Cal Carulla se llenan, sobre todo los fines de semana. Reformaron uno a uno los espacios que antiguamente ocupaban los establos, la casa del pastor, el corral, el edificio de la prensa del vino o donde hacían el pan. Los han convertido en casitas para 2, 4, 6 y hasta 10 personas cada una (34 plazas en total), completamente equipadas: cada una de ellas tiene cocina, chimenea, barbacoa, mesa exterior y lavabo propios.
Y la reforma les trajo sorpresas, como encontrar un antiguo refugio de la Guerra Civil. “Hay familias que alquilan todas las casas para compartir unos días juntos; pero cada uno va a su ritmo y en Cal Carulla pueden estar juntos, pero no revueltos”, nos explica Laura. Durante el día pueden compartir espacios comunes como la piscina exterior, la interior o el comedor donde pueden juntarse más de 30 personas. Pero para dormir, cada uno en su corral.
Las casas conservan las paredes de piedra, las vigas de madera y el mobiliario antiguo. Toque rural con detalles de cortesía, como unas nueces para picar o los huevos de sus gallinas en cada cocina. Vistas a los campos de colza, amarillo intenso en primavera y, a lo lejos, los modernos molinos de viento que despuntan en esta zona del interior de Cataluña. Cuando hay silencio, se oyen sus enormes asas rotar.
Nos alojamos en ‘La botiga del gra’ una casita pensada para familias de 4 o 5 personas, con dos habitaciones dobles y una cama individual. Una temprana primavera nos brindaba un paisaje amarillo desde la mesa en la terraza. Al lado teníamos nuestra propia barbacoa y disfrutamos de una buena comida. Por la noche encendimos el ‘foc a terra’ porque aún era una noche fría por ser abril.
Piscina exterior y spa interior
Una pequeña granja
La sostenibilidad, un puntal
Cal Carulla fue la primera casa que obtuvo el distintivo de calidad ambiental de la Generalitat y ahora están certificados con el sello de turismo sostenible Biosphere. Usan placas solares, energía aerotermia y promueven el reciclaje en todas las casas, entre otras medidas. De hecho, junto a la llave de cada casita, incluyen una llave de acceso al centro de reciclaje del pueblo de L’Astor y bolsas específicas para hacer la separación de residuos. En Cal Carulla tampoco se usan productos de un solo uso: desde el jabón de manos a los productos de limpieza se dispensan en envases reutilizables.
Actividades alrededor de Cal Carulla
Los aerogeneradores que rodean el pueblo de l’Astor
La visita a las tiendas antiguas de Calaf
El castillo de Claramunt