A veces parece que tener un niño inquieto de dos años y medio es un delito. Hay locales donde te miran mal e incluso hoteles dónde no admiten niños. Afortunadamente cada vez ocurre menos y los profesionales se están dando cuenta que si pones las cosas fáciles a las familias, ir a cenar o a pasar un fin de semana con un niño puede ser una bonita experiencia y no algo molesto para los demás clientes.
Hay lugares que no tendrán el distintivo Mammaproof porque no tienen cambiadores ni tampoco tronas, pero te hacen sentir cómodo y bien tratado cuando entras por la puerta con un carrito y un peque sentado en él. Y el restaurante La Toscana, es uno de estos lugares. Ya íbamos a la Toscana antes de tener a Albert y seguimos haciéndolo ahora.
Siempre que vamos nos buscan un lugar para ubicar el carrito y que estemos cómodos.
No hay tronas, pero lo resuelven al vuelo con una enciclopedia que hace de alzador.
No hay cambiador, pero tienen un amplio baño donde cabe el carrito y puedes cambiar al peque si hace falta. Pero lo mejor de todo es que todo eso es reflejo de una actitud. De hacerte sentir lo mejor posible y cuidar todos los detalles. Quitar los caminos de mesa para que el peque pueda jugar con los coches (y comprobar que la mesa ya está rallada de tanto coche arriba y abajo!). Ponerle vasos y cubiertos a su medida e incluso regalarle un chupachups a la salida.
La carta es estupenda, las pizzas al horno de leña y la pasta casera destacan como especialidad de la casa. Ensaladas, carpaccios, bacalao y un tiramisú casero inolvidable completan una carta variada y deliciosa.
Y a dos pasos de la Rambla Fabra i Puig, llena de terracitas veraniegas en las que tomar algo después de comer o cenar.
¿Es esto un plan mammaproof o no?
¡Comenta!
-

Ver Política de Moderación de comentariosMeritxell
Ho probarem!!!!!