Nací y crecí en un pueblito donde faltaba un poco de todo en el Vallès Occidental. Por lo que, bajar hasta Barcelona era hacer la excursión con el grupito de amigos, comenzando ya con el trayecto en tren y siguiendo con esa sensación de perderte entre el bullicio de gente que siempre hay en la zona de Plaça Catalunya. Eso me hacía sentir mayor. A penas nos movíamos de la calle Tallers, pero ésta tenía todo lo que necesitábamos y así éramos felices.
Años más tarde, conocí al que ahora es mi marido (¡quién me lo hubiera dicho en ese momento!) en mi último año de instituto. Quien también vivía en el Vallès. Las cosas fueron bien y decidimos ir a vivir juntos y casarnos. Y salió la oportunidad de ir a vivir a un piso en Barcelona. ¡Me encontraba en el bullicio de la gran ciudad! (chica de pueblo viviendo en la ciudad, oh yeah).
Dejamos la city por estar cerca del bosque en Sant Cugat
Con el tiempo, pero, el asma de mi marido empeoró mucho y decidimos dejar la city y buscar algo más verde con el objetivo de encontrar un aire más limpio apto para sus pulmones. Buscamos pisos de alquiler por todo el Vallès, y al final, acabamos en Sant Cugat.
Lo sé, lo sé, no está muy lejos de la ciudad, pero, ¡qué cambio! Encontramos un piso que estaba cercano al bosque, cercano a los comercios y a un paseíto llegas al corazón de su centro, el Monestir. No nos podía gustar más y rápidamente el estado de salud de mi marido mejoró. De haberlo sabido, seguro que hubieramos hecho el paso mucho antes.
Por aquel entonces éramos padres de un niño (precioso, qué voy a decir yo) de 2 años y medio. La manera en que veíamos la nueva vida era a través de los ojos de familia que busca espacios donde su hijo pueda correr, jugar y aprender. Así que, si te parece, te cuento cositas que hacemos, ahora que también somos padres de otro niño (igual de precioso, ¡claro está!).
Sant Cugat tiene muy buena comunicación, sea gracias a los Ferrocarriles, al tren o a las autopistas. La estación de ferrocarril de Sant Cugat centro, está bien situada ya que, se encuentra en el inicio (o final, según se mire) de la zona peatonal. Así que, si vas con niños puedes ir bastante tranquila, porqué a pesar de que pueda pasar algún coche para acceder al garaje de su casa, verás que no transitan por estas calles.
Sant Cugat Family Welcome
A medida que caminas en dirección al Monestir por las calles peatonales (calle Valldoreix) y sientes la vida en éstas, fíjate en cuanto llegues a la calle Xerric (te quedará a tu derecha), allí tienes una parada obligatoria: El Patí de Llibres. Estoy enamorada de esta librería infanto-juvenil. Los libros que tienen para los más peques (y algunos para los no peques) son preciosos, a mi parecer, pequeñas joyas hechas de papel. En el establecimiento cuidan el producto que venden, están expuestos de manera que invitan a los pequeños lectores a hacer sus propias elecciones, y si no, no te preocupes porqué te darán los mejores consejos. Nosotros somos asiduos porqué hace poco más de un año iniciamos una propuesta particular que podríamos llamar: “12 meses, 12 libros”. De forma que una vez al mes seguro que nos dejamos caer para comprar un pequeño tesoro para nuestra biblioteca. Además, en El Patí de Llibres llevan a cabo encuentros de lectura (o llevaban, antes de la era Covid). Es genial para apostar por el comercio local y hacer pueblo.
Cuando ya tengáis vuestro libro bajo el brazo, ¡seguimos! La calle principal, la calle Santa María, veréis que es la más comercial y es donde podréis realizar las compras de aquello que vuestros hijos e hijas necesiten: zapatos en Querolets, ropa en Al Agua Patos o en Canada House, utensilios y objetos preciosos y de diseño en Kiva, juguetes de madera en Els Tres Reis, e incluso, helados (en época de verano) o turrones (en época de frío) en Joan Bros o chocolate en Chocolate Factory (¡muy apto para los adultos que acompañamos a los peques!).
Una vez en la plaza del Monestir (Plaça Octavià) podrás ver como el espacio es amplio, llano y se convierte en un espacio ideal para correr, practicar con el patinete o la bicicleta o pasarse el balón entre amigos. Accediendo al patio del Monestir podemos seguir jugando, esta vez con suelo de arena y árboles. Y, especialmente ahora que estamos de lleno en época otoñal, nada mejor que ir a la parte posterior del Monestir con un cesto para recoger tooodas las castañas que caen de los árboles.
Es genial ver esa parte de naturaleza en medio del pueblo: ver como caen las castañas todavía dentro de su cáscara puntíaguda, tocar, ver, abrir la cáscara y sacar el fruto… además de todo el juego que dan luego una vez ya en casa (contar castañas, pintarlas, preparar la mesa de otoño, etc.).
Y ya que estás en la zona, camina un minuto hacia la calle Castellví. Allí encontrarás el espacio De Mammalia, un espacio-tienda en el que encontrarás todo lo necesario para tu crianza: ropa para bebé, ropa de embarazo y lactancia, cesta de los tesoros, juguetes para un juego simbólico y heurístico, portabebés, etc. Además de que cuentan con una sala para talleres y actividades. Otra fantástica propuesta de comercio local.
Justo delante de De Mammalia, en la Plaça Augusta, tienes un pequeño espacio de juego con tobogán y columpio. Pero, si te apetece algo más grande con más espacio para correr, ¡sin problemas! Dirígete hacia la calle Abat Armengol, que te queda a dos minutos de De Mammalia y de la Plaça Augusta, y encontraréis un gran espacio para correr, hacer volar cometas y zona de juegos.
Claro que, si la cosa es que te entra el apetito, lo que puedes hacer es probar las crêpes de la plaza del Monestir (Plaça Octavià) en La Crepe. Probar también los helados de Gelats Maximum (en verano hay largas colas) o de La Jijonenca, justo en la calle Major. O ir a tomar algo en el Oasi Tea Lounge, un espacio preparado para que los adultos tomen algo mientras los más pequeños juegan en el suelo, habilitado con colchonetas y juguetes.
Y, a lo largo de las calles peatonales, puedes encontrar espacios donde merendar, como por ejemplo en El Petrixol, o, comprarte la merienda en el obrador Serrajordià o difrutar de los zumos exprimidos en el momento y sus propuestas dulces y saladas del Organiq.
Pero, si no te apetece pasar la tarde por la zona del centro, ¡tengo más ideas para ti!
Paseos y juegos rodeados de naturaleza
En la zona de Can Matas tienes los columpios gigantes. Una zona muy completa de juego que cuenta con una pequeña tirulina, varios toboganes gigantes (en los que nos cabe el cuerpo del adulto para poder deslizarnos junto a nuestros hijos), pases de madera tipo puente que se mueven, redes para trepar, etc. Un espacio donde dejar que las horas pasen. Eso sí, lleva agua y merienda, porqué ahí no encontrarás nada para comer.
A su vez, puedes hacer el paseo por el Parc Central: ese oasis verde, de calma, de disfrutar del tiempo, donde puedes ir a pie, en bicicleta, patinete, patines, etc. Y que podrás seguir encontrando otras zonas de juego: una, con columpios y camión de madera (para los más pequeños). Y otra con un gran entremado de cuerdas a lo más estilo telaraña (para los más mayores).
También puedes ir a descubrir y caminar por el bosque de Volpelleres, a tocar de la estación de ferrocarriles Volpelleres.
Pero, si lo que te gusta son los animales, acércate a la hípica Can Caldes. Observa los caballos, fíjate los ejercicios que realizan en la pista (lo puedes hacer desde su bar-restaurante). Los fines de semana los pequeños pueden montar a caballo, más bien, con ponis (por unos 5 euros). Y además, la hípica está tocando a un sendero precioso con vista a Sant Cugat que te lleva al bosque para la máxima desconexión posible y desde el que puedes llegar hasta el emblemático Pi d’en Xandri.
Un sinfín de posibilidades a 15 minutos de Barcelona, Sabadell o Terrassa.