AlojamientoCan Alemany, apartamentos rurales para relajarse en familia en l’Anoia

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En la comarca de L’Anoia podéis encontrar Can Alemany, una masía rural restaurada en apartamentos con mucho encanto donde pasar unos días tranquilos y relajantes en familia.

Los apartamentos tienen todo lo necesario para sentirse como en casa y además tienen una decoración preciosa con un aire minimalista y algo étnico. Hay zonas de descanso dentro y también terrazas compartidas. En su amplio jardín hay una magnífica piscina, columpios para niños, un huerto y una nueva zona de juego libre hecha con troncos. Además de pasear por su entorno de campos de trigo y montaña, podéis aprovechar para visitar Igualada que está bien cerquita.

Entre castillos y fábricas

L’Anoia es un lugar de castillos y con una larga tradición industrial. A menudo es una comarca de paso, pero tiene mucho por visitar, naturaleza por disfrutar y también gastronomía por descubrir.

A poco menos de una hora de Barcelona, cogiendo la autovía A-2 en dirección a Lleida te plantas en Igualada, cuna del textil y de la curtiduría de Catalunya. Ahora buena parte de sus fábricas están cerradas y medio derruidas, pero aún se respira su tradición en el barrio del Rec, donde cada año se celebran las dos ediciones del Rec.0 Experimental Stores, un festival de moda, música y gastronomía que por unos días devuelve la entidad original de este barrio.

En Igualada también ocurren más cosas, nosotros en realidad fuimos a ver La Mostra, una feria de espectáculos infantiles y juveniles que se celebra siempre en el mes de mayo. Poco a poco se ha convertido en encuentro de referencia para los profesionales de las artes escénicas de Catalunya y donde descubrir nuevos espectáculos para todos los públicos.

Cerca de Igualada encontramos Santa Margarida de Montbui, un pequeño pueblo a menos de cinco minutos del centro de la capital de la comarca, donde se vive un ritmo realmente de slow life. Siguiendo la carretera de Valls C-37 que divide y atraviesa el casco antiguo del pueblo, en el cruce con la BV-2204, a los pies de La Tossa podemos ver a mano izquierda Can Alemany.

Un poco de historia de este lugar 100% sostenible

Al llegar, todos en el coche dijimos al unísono: ¡Uauuu! porque Can Alemany se nos presentaba majestuosa y elegante. Y la verdad es que se ha hecho un enorme trabajo de recuperación y restauración, ya que esta masía data del siglo XIX conocida como Mas Salamones, una de las más antiguas del pueblo de Santa Margarida de Montbui. Antiguamente, en los siglos XVII y XVIII aquí se cultivaba trigo y viña, un paisaje que sigue acompañando sus alrededores.

En 2004 Joan y Elisabet compraron la casa, querían recuperar el legado de su pueblo y en 2014 deciden restaurarla y reformarla de pies a cabeza para ofrecer un hotel de apartamentos basado en el turismo sostenible.

Esta es su máxima, por eso su arquitectura sigue criterios bioclimáticos, sus instalaciones son de bajo consumo y apuestan por la geotermia y biomasa para conseguir un edificio altamente sostenible. Además, los jabones del baño y los productos de limpieza son eco certificados.

Productos de proximidad y ecológicos

También apuestan por los productos locales de proximidad, eso lo vimos clarísimo con la cesta de desayuno que puedes pedir a recepción y te dejan la mañana siguiente encima de una bandejita de madera que hay al lado de cada puerta. En esta hay croissants, mermeladas, mantequilla, zumos, tomates de sucar, embutidos y pan, ¡qué rico estaba el pan! Una combinación perfecta de productos de km.0 y ecológicos.

Quién hay detrás de este proyecto

Como muy bien nos cuenta Cristina Rojas, hija de Joan y Elisabet, el equipo de Can Alemany es uno de los pilares más importantes del proyecto.

“Tenemos la gran suerte de contar con un grupo de mujeres fuertes, auténticas y vitales que, gracias a su talento, nos ayudan a dar forma a nuestro proyecto cada día que pasa”.

Cristina es la que lleva la parte más administrativa, organizativa y comercial. Ella es la encargada de que Can Alemany siga teniendo el espíritu inconformista e inquieto de su padre Joan. También está Lurdes, su mano derecha y que cada día sigue aportando todos su conocimientos, esfuerzo y dedicación al proyecto.

Por otro lado, está Elisabet, diseñadora de profesión y artesana enamorada de los detalles, la decoración y el buen gusto. Se nota su inspiración en la decoración de los apartamentos, cada uno con su toque particular. Los tonos, los detalles minimalistas, y la decoración algo étnica y que respira naturaleza está presente en todos ellos.

Pero en el proyecto también hay hombres, Màrius e Ivan, dedican su tiempo y esfuerzo a cuidar de las instalaciones, los campos y los olivos de la finca. Nosotros estuvimos contemplando los frutales cercanos a la casa y el huerto que tienen justo al lado de la piscina, desde hortalizas a plantas aromáticas. Incluso por si hay dudas, cada planta tiene su cartelito. Además, están Fernando y Ana, los masovers, que cuidan siempre de la casa y se les puede pedir cualquier cosa que se necesite.

Atención personalizada y detalles

Con los niños cada vez me gusta más alojarme en apartamentos, porque así las comidas y cenas son más relajadas y se adaptan a nuestros horarios. Poder comer y echarse la siesta casi al instante, o ducharse y cenar en pijama son rutinas que cuando salimos de casa intentamos mantener. Así que Can Alemany nos iba fenomenal para nuestra escapada.

Lurdes y Cristina fueron muy atentas con nosotros, escogimos inicialmente una habitación de las plantas superiores, pero enseguida nos indicaron que con los niños igual era mejor una habitación de la planta baja que daba salida directa al jardín y a 4 pasos de la deseada piscina.

Ya en las fotos de la web me había fijado en el estilo y detalles de la decoración, pero in situ pude ver como estaba cuidado cada uno de ellos. La lámpara encima de la mesa hecha con una cesta de mimbre de colores, la lámpara de pie de diseño, o las jardineras que colgaban de un rincón del techo con enredaderas. Todo tenían su razón de ser y su espacio. Lo mejor de todo del salón era la enorme cristalera con vistas al jardín, o al mini campo de fútbol o tenis, dependiendo del momento, en que lo convirtieron mis hijos. De día también observábamos los pájaros y de noche salíamos con la linterna a encontrar el escondite de los grillos y las dos ranas que daban su concierto.

Un apartamento para sentirse como en casa

Estuvimos de lujo en nuestro apartamento La Prunera. Al entrar encontramos un amplio salón con una cocina integrada. Hay un armario con utensilios básicos de limpieza y una sisí para colgar ropa. La cocina tiene todo lo necesario y justo para cocinar. Para comer existe una preciosa mesa redonda de madera situada en frente.

 

La habitación principal se separa del salón por una robusta puerta corredera. Ahí teníamos una enorme cama con un tapis de cabezal que con el tono azul de la pared le daba un aire muy étnico. Además, teníamos una cama supletoria para la mayor y el peque, como ya hace muy a menudo (casi cada noche) durmió en medio de la cama de matrimonio.

Lo mejor de todo, según mis hijos, fue el baño en concreto el plato de ducha. Les encanta ducharse… y más aún en estas duchas que tienen varios grifos, uno de techo y otro de monomando. En Can Alemany hicieron su sueño realidad.

Piscina, columpios y zona de barbacoa

Si a dentro nos sentíamos a gusto y cómodos a fuera aún más. Teníamos un pequeño porche con una de esas sillas columpios en la que una se hubiera hecho la siesta más de un día si me hubieran dejado, creo que ese fue mi rincón favorito de la casa. También había una mesa y sillas que nosotros aprovechamos para comer fuera el día que más calor hacía. Y mis hijos se comieron uno de sus primeros helados sentados en las dos hamacas.

Bien cerca teníamos la piscina, con su puerta de seguridad, nos animamos a bañarnos un día porque los niños insistieron tanto y también hacía tanto calor. Es una piscina hermosa, tiene unas escaleras y un rincón que casi no cubre ideal para los más pequeños. También hay tumbonas, una pequeña pérgola con sombra y si lo prefieres unos sauces llorones donde esconderse totalmente del sol.

Realmente Can Alemany piensa en las familias, nos encantaron los columpios y casita de madera que tienen justo encima del parking. Era un lugar que recurrentemente mi hijo nos pedía de ir a jugar.

Justo en la entrada tienen una zona chill out, un espacio común para todos los huéspedes, donde se pueden hacer barbacoas y cenas bajo las estrellas. Con una mesa larga y muchas sillas alrededor, y unos sofás hechos de cojines cuadrados muy cómodos. Nosotros no lo aprovechamos, pero nos quedamos con las ganas.

La verdad es que Can Alemany es un lugar chulo para hacer alguna celebración o fiesta. Eso me lo hizo pensar las guirnaldas de luces que hay en un rincón del jardín justo donde hay el viejo tractor, una de las reliquias que guardan de la antigua masía.

Entorno y excursiones pequeñas

Quedarse todo un fin de semana de relax en Can Alemany es todo un plan. Nosotros que vinimos para ver espectáculos en La Mostra, decidimos aprovechar la casa, la piscina y entorno durante toda una mañana y nos quedamos con las ganas de más.

En los alrededores hay varias rutas de senderismo, nosotros cogimos una que hay justo debajo la casa y andamos un poco. Descubrimos un camino muy agradable desde donde vimos pasturar caballos, y pasar varias bicicletas. De hecho, en Can Alemany te dan la posibilidad de alquilar bicicletas, incluso eléctricas, con la empresa local LaBacicleta.

Volviendo descubrimos un lugar nuevo que están preparando en Can Alemany, un espacio de juego libre hecho con troncos de árboles y madera. Hay un circuito de equilibrio y una pequeña pendiente para hacer escalada.

Lo mejor de todo era ver el atardecer, ver los campos de trigo en pleno esplendor y admirar las nubes y los colores del cielo. Incluso un día pudimos ver a lo lejos un globo aerostático, porque L’Anoia también es tierra de paseos por el aire. Un plan que nos guardamos para cuando los peques sean más mayores y así volver a Can Alemany.


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