Cal Gall, en Bellver de Cerdanya, es uno de esos rincones que huelen a calma, a hogar, a infancia feliz. Es una casa tradicional de piedra con interiores muy actuales y funcionales. Son 4 apartamentos que se alquilan independientes, con todo lo que las familias podemos necesitar. Es una casa rural pensada con tanto amor por y para las familias, que uno se siente parte de ella desde que cruza la puerta.
El pasado fin de semana nos escapamos con toda la tropa: mi pareja, nuestros dos peques y yo. Teníamos ganas de desconectar del ritmo frenético del día a día y reconectar con lo que de verdad importa. Y Cal Gall fue un escenario perfecto para que eso ocurriera. Desde que llegamos sentimos que todo estaba pensado para que las familias como la nuestra pudieran respirar, jugar, descansar y, sobre todo, estar.
El refugio familiar que siempre soñamos encontrar
Cal Gall es una masía completamente restaurada, situada en Bellver de Cerdanya. Su aspecto tradicional por fuera, con piedra y madera noble, contrasta con su interior acogedor, cálido, funcional y lleno de detalles. Dispone de cuatro apartamentos rurales: el Joc, el Cóm, el Niu y el Paller, cada uno con una distribución pensada para facilitar la estancia en familia.
Nosotros nos alojamos en El Niu, un apartamento de dos plantas con capacidad para cuatro personas. Contaba con dos habitaciones (una con cama de matrimonio y otra con dos camas individuales), dos baños completos con ducha y una cocina-comedor totalmente equipada. En la cocina no faltaba de nada: lavavajillas, microondas, cafetera, tostadora, batidora… incluso un pequeño kit de limpieza y todo lo necesario para que cocinar fuera sencillo y cómodo.
Lo que más agradecimos fue la presencia de equipamiento específico para niños: tronas, cunas de viaje, una bañera infantil…cuentos y juegos para todas las edades. Todo está cuidado hasta el último detalle, como si hubiéramos entrado en la casa de unos amigos que lo han pensado todo para que estés a gusto.
Pero lo que más disfrutaron los peques fue el jardín enorme, donde corrieron, jugaron y descubrieron pequeños tesoros escondidos entre las flores y árboles. También nos encantó la sala común, un espacio compartido entre los apartamentos donde encontramos…¡una zona llena de juguetes! Un auténtico paraíso para los niños y un salvavidas para los padres.
Un espacio, en el que durante el verano los peques se quedan a jugar allí de lo fresquitos que están y en invierno cogen los juguetes y se lo llevan a su apartamento. Nos explicó Marga.
En esta zona común también se encuentra una lavadora, una secadora, tendedero y productos de limpieza disponibles para los que hacen largas estancias y necesitan lavar su ropa.
El aire puro y la sensación de que el tiempo se detenía nos acompañaron todo el fin de semana. Y por la noche… ¡milagro! Por primera vez desde que somos padres, Oriol y yo pudimos ver una película entera sin interrupciones. Los niños durmieron de un tirón gracias a la tranquilidad del entorno, y nosotros recuperamos un pedacito de nuestra vida en pareja.
Marga, Josep y familia: el alma viva de Cal Gall
Aquí viene una parte que no puedo dejar de contar: la historia de Marga y su familia, el alma de Cal Gall. Marga y Josep son originarios de Bellver, aunque durante muchos años han vivido y trabajado en Barcelona. Marga es maestra de vocación, una de esas personas que te mira a los ojos y sabes que ama lo que hace. De hecho, cuando la conocimos, no solo nos recibió con una sonrisa enorme, sino que nos habló de Cal Gall con un entusiasmo tan contagioso que sentimos que estábamos entrando en su propio hogar. Josep, se encarga del huerto, de cortar leña y cuidar con mimo todo lo que rodea la casa.
Son personas de raíces profundas y corazón grande. Tienen dos hijas, un yerno y dos nietas que también forman parte de este proyecto familiar. Es ese tipo de emprendimiento en el que cada rincón cuenta una historia, cada detalle tiene un porqué y cada gesto te hace sentir como en casa.
Conocer a Marga es entender de dónde nace Cal Gall: del amor por la educación, por la naturaleza y por crear un espacio donde otras familias puedan sentirse en paz.
Un proyecto en la Cerdanya con mucho corazón
El proyecto de Cal Gall no es solo una casa rural. Es la materialización de un sueño compartido por Marga y Josep, un regreso a las raíces con propósito y amor. Tras años viviendo y trabajando en Barcelona, decidieron volver a Bellver de Cerdanya para transformar la antigua casa familiar en un espacio de acogida, de reencuentro, de bienestar. Un lugar donde las familias pudieran descansar, disfrutar y reconectar, sin prisas ni obligaciones.
Marga, con alma de maestra y hospitalidad en el ADN, sabe cómo anticiparse a las necesidades de quienes viajan con niños. Desde los detalles prácticos —como contar con tronas, cuentos…— hasta lo emocional, como sentirte verdaderamente bienvenido. Pero hay gestos que sobrepasan cualquier expectativa, como la cesta que deja a cada familia al llegar. Nosotros la encontramos nada más abrir la puerta: pan de payés, tomates jugosos, queso, longaniza, leche fresca de l’Esquella… todo lo necesario para preparar un buen pan con tomate si llegas tarde y no hay tiendas abiertas. Y para la mañana siguiente, una coca deliciosa que nos hizo sentir cuidados, como si una abuela nos hubiera dejado el desayuno preparado con cariño.
Estos gestos no son casuales. Son parte del alma del lugar. Su intención nunca ha sido solo ofrecer alojamiento, sino crear una experiencia significativa para cada familia. Y lo consiguen. Cal Gall tiene ese “algo” que no se puede describir con palabras, pero que se siente nada más llegar. Es un lugar donde los niños son bienvenidos de verdad, donde pueden ser ellos mismos sin restricciones, y donde los adultos también encuentran su espacio, su silencio, su respiro.
No es solo un alojamiento, es un hogar temporal que te abraza. En cada rincón se respira dedicación y amor.
Bellver, el rincón perfecto en la montaña para parar el mundo
Cal Gall está en Bellver de Cerdanya, una villa pirenaica preciosa, llena de vida y rodeada de montañas. Se puede llegar en coche cómodamente desde Barcelona en unas dos horas, lo cual lo convierte en una escapada ideal de fin de semana.
Ahora, en primavera, los campos están verdes y florecidos, y el clima es perfecto para estar al aire libre. Pero ya nos imaginamos lo mágico que debe ser alojarse allí en invierno, con nieve, o en verano, con sus noches estrelladas y su frescor tan agradecido.
Una de las cosas que más nos sorprendió y agradecimos fue que Marga nos contactó días antes de nuestra llegada para darnos una cálida bienvenida anticipada y ofrecernos una lista de actividades familiares que podíamos hacer durante la estancia. Gracias a sus recomendaciones descubrimos rutas de senderismo, visitas a granjas locales, excursiones suaves para hacer con peques…
De todas las opciones, nos decidimos por visitar Casa Forga, una granja de cabras cercana donde los peques aprendieron muchísimo y nosotros nos llevamos a casa un par de quesos muy buenos. Fue una experiencia auténtica, didáctica y muy cercana que complementó a la perfección nuestra estancia en Cal Gall.
Además, muy cerca hay paseos por el río Segre, excursiones a pueblos con encanto y muchísimas actividades al aire libre para todos los gustos y edades.
Una ubicación inmejorable para desconectar del ruido, reconectar con la naturaleza y disfrutar del tiempo de calidad en familia.
¿Buscas una escapada rural con niños? Cal Gall es tu lugar
Si estás pensando en una escapada familiar en plena naturaleza, con comodidad, calidez y esa chispa de magia que convierte una estancia en una experiencia, Cal Gall es una elección segura. Detrás de este proyecto hay personas reales, cercanas y apasionadas. Y eso se nota. Un lugar que recomendaría con los ojos cerrados, ¡os lo podemos bien asegurar!
Una vez que conoces Cal Gall, sabes que volverás.
