“El hombrecito vestido de gris y otros cuentos”, es un título que me deslumbró en la última Feria del Libro de Madrid.
Automáticamente, me trasladó a mis recuerdos más lejanos, de mi niñez. Leyéndolo en el colegio reflexioné y aprendí, porque es un libro para reflexionar sobre el ser humano, la vida, los sentimientos, las injusticias y las esperanzas de cambiar el mundo. Así que no dudé en llevármelo a casa para mis ratitos libres y por qué no, para mis peques.
El cuento consta de ocho historias cortas y su autor es Fernando Alonso Alonso y lo escribió en 1977, con el que ganó el Premio Lazarillo, y se ha considerado obra maestra de Literatura Infantil y Juvenil del siglo XX.
Qué cuentos he aprovechado de los 8 posibles
De momento sólo le he contado dos cuentos. Ya escribí un post en mi web sobre el cuento titulado “El viejo reloj“, pero hoy os descubro el nuevo cuento “La pajarita de papel”.
Cómo contamos las historias
Para que la pequeña Inés pueda compartir con nosotros este momento, y debido a que las historias se le quedan algo grandes para su edad (21 meses), se me ocurrió representarlo mediante ilustraciones en piedras, pues últimamente aprovecho bastante este formato que da un juego increíble. Las pinto personalmente y las guardo en una caja mágica que encontré. Con esto consigo que Inés también disfrute de estas ilustraciones y forme parte del momento.
Tras leer la historia cortita, me imagino cómo contársela al pequeño Adrián y realizo los dibujos sobre cada piedra. A veces inventados y otras veces basados en las ilustraciones que aparecen en el cuento, como en este caso. Y finalmente, se lo cuento con mucha magia, que es lo que les hace estar con la boca abierta y a mi disfrutar.
Qué nos cuenta “La pajarita de papel”
Tato tenía seis años y un caballo de madera. Un día, su padre le dijo: “¿Qué regalo quieres? Dentro de poco es tu cumpleaños”.
Tato se quedó callado. No sabía qué pedir…
Así comienza la historia, y sigue (ya con mis palabras)…
Así que Tato observando un pisapapeles que su papá tenía sobre su escritorio con una pajarita de papel y un cartel debajo que decía: “Para los que no tienen tiempo de hacer pajaritas de papel”, se le ocurrió pedirle para su cumpleaños una pajarita de papel.
Su papá no sabía hacer ninguna, pues había perdido la práctica, pero se fue a una biblioteca y sacó un manual para realizar pajaritas de papel. La primera le salió un poco mal, así que realizó unas cuantas, hasta que consiguió realizar una pajarita de papel fantástica. Se la enseñó a Tato y se la regaló muy contento. Tato la miró y se lo agradeció a su papá, pero le dijo… Papá, esta pajarita de papel está muy triste y yo no quiero que esté triste. |
Tan contento el padre de Tato se fue a contárselo a su peque. Y ambos se pusieron a crear más pajaritas de papel, muchas pajaritas de papel.
En cuanto estuvieron hechas unas cuantas pajaritas de papel, junto a la de Tato, todas ellas se pusieron a volar y a bailar por toda la habitación. Estaban muy contentas y sin necesidad de ningún aparato ni mecanismo externo. Así Tato y su papá ya tuvieron una pajarita de papel feliz y un perfecto regalo de cumpleaños.
Y aquí acaba esta maravillosa historia ¡a que es mágica!
Yo, para finalizar, le explico a Adrián que él es como una pajarita de papel, y que un día papá y yo le vimos un poquito triste, así que decidimos que viniera Inés, para poder jugar con ella, reír, llorar, discutir y compartir todo cada día. Y así, los dos consiguen ser más felices.
La idea de contar cuentos con piedras pintadas es muy efectiva para los peques, pues les chifla ver los dibujos en ellas. Son un recurso muy bueno por varios motivos:
1. Los peques trabajan la imaginación y la creatividad. Hay veces, como este caso, en el que las piedras deben seguir un orden. Pero, en otras ocasiones hemos pintado piedras con motivos diferentes (seta, cocodrilo, casa…) y cada vez que contamos la historia tiene un orden distinto, pues las piedras se van sacando sin mirar de una caja, con un orden diferente cada vez.
2. Los peques trabajan la expresión oral, pues qué duda cabe que ellos van a pedir contar el cuento.
3. Los peques pueden pintarlas ellos mismos, por lo que también trabajan su expresión artística.
Cómo las pintamos
Las piedras son muy fáciles de pintar. No necesitáis acuarelas ni pinceles ni agua ni témperas ni pintura acrílica. En casa las pintamos con rotuladores multisuperficie que podéis comprar en cualquier papelería. Y así apenas mancháis.
No tengáis reparos en expresar vuestro arte, que ya vuestros peques harán todo lo demás. Os aseguro que será un momento mágico cuando veáis sus bocas abiertas y sus caras de sorpresa, mientras les contáis los cuentos.