A los pies del Cadí, y en la parte más desconocida de la Cerdanya, se encuentra este albergue rural familiar con un entorno más que privilegiado. ¡Despertarse viendo la montañas y escuchando el canto de los pájaros no tiene precio! Can Ribals, una antigua granja, suma más de 15.000 metros cuadrados delimitados por el río Aransa y esconde miles de opciones para que toda la familia disfrute de su estancia.
Alberg Rural Can Ribals tiene dos nombres propios: Joan y Ferran que acompañados de Truc, su cachorro labrador adoptado, son el alma y el corazón de este proyecto de vida. Estos jóvenes emprendedores, enamorados de la montaña y la comarca, apostaron en 2019 por dar a conocer el corazón del Pirineo a sus huéspedes.
Ellos son los que dan la bienvenida, hablan con proveedores locales, cocinan productos de temporada, limpian cada una de las estancias y zonas comunes, preparan el terreno y arrancan las malas hierbas y son, claramente, quienes te harán sentir como en casa. Tienen animales en su propia finca, entre ellos las Alpacas de la Cerdanya. ¡Su amor por Can Ribals y la naturaleza se nota!
Nada más llegar, las vistas te enamorarán y la terraza con esas mesas orientadas al Cadí (y su barbacoa) te confirmarán que estás en un gran lugar. En la entrada, un imponente mapa (e histórico) de la zona da paso a las zonas comunes.
En la planta de abajo encontramos la sala de proyección, que se convierte en una gran opción para las noches, y la sala de lectura con chimenea, puffs y una colección de libros para grandes y pequeña/os. En uno de los extremos, con una luz natural increíble, han incorporado una gran sala de juegos donde poder construir con piezas de colores, disfrazarse con telas, colorear y dibujar o jugar a los dardos.
¡Una playroom en toda regla para un gran alojamiento family welcome!
En este piso inferior, además, está la cocina y el comedor (y un par de lavabos para no tener que subir escaleras). Para los desayunos ellos te sirven todo lo que quieras (y más): aquí hay que hacer una mención especial a la receta del bizcocho. En esta misma sala, ofrecen cenas caseras, de proximidad y de temporada ¡para chuparse los dedos!
Y al subir las escaleras, las habitaciones. Al ser un albergue, las protagonistas son las literas de alta calidad y madera natural. Existen distintos tipos de habitación, con más o menos capacidad y con baño o no integrado. Y, como en cualquier refugio de montaña, lo ideal es llevarse el saco de dormir. Sino, en la casa se puede alquilar un nórdico y/o mantas, al igual que las toallas.
Al ser family welcome, cuentan con tronas, cunas, alzadores para llegar al baño y todo lo que se necesite tu pequeña/o. No hará falta que pidas nada, están siempre atentos y se adelantan a cualquier necesidad.
Rutas para todos los gustos
El servicio tan familiar y cercano es, sin duda, lo que más nos ha gustado. El conocimiento de ambos de la zona, de la flora y fauna hace que hablar con ellos sea una clase magistral al aire libre. Joan, mapa en mano, nos diseñó en un momento un sinfín de rutas de alta montaña para hacer en familia, a pocos minutos del alberge. Y es que la zona no tiene nada que envidiar a las partes más turísticas, de hecho quizás este sea el secreto de este rincón de la Cerdanya: menos masificado, permite descubrir la naturaleza con total libertad.
Pero si el nivel de senderismo no es tan alto, no te preocupes, hay un sinfín de opciones algo más asequibles. Por ejemplo, Martinet. Joan nos recomendó comer en esta aldea típica de montaña, que está a solo 800 metros de la finca y, entre otros planes, hacer una ruta bordeando el río. Gracias a la “Ruta de la nutria” aprendimos sobre estos animales: cómo construyen sus casas, cómo se reproducen, qué comen… Eso sí, nos fuimos sin verlos.
Y, unos kilómetros más allá, Bellver de la Cerdanya. Un pueblo más conocido con parques infantiles, negocios de toda la vida y calles estrechas para perderse ¡a propósito!
Experiencias para los sentidos
La pasión por la naturaleza de Joan y Ferran les hace a proponer constantemente actividades. Sus campeonatos de tiro al arco o sus cursas de orientación dicen que son ¡todo un éxito! Y todo sin salir de la finca. Y es que no hace falta.
¿Te imaginas un rocódromo, unas porterías de futbol, un parque infantil con tobogán y columpios, un río donde remojarse los pies y mucho campo verde para correr? ¡Pues en Can Ribals lo tienes a tu disposición!
En verano, las noches en la finca son especiales. Nos cuentan que o bien sacan el proyector a la terraza y se disfruta de una sesión de cine al aire libre o bien se aprende sobre estrellas gracias a los conocimientos de Joan y un gran telescopio. Además, el año pasado estrenaron nueva piscina con vistas increíbles a la sierra.
Como veis, un gran sitio que apuesta por la naturaleza, el aire puro, y las familias. ¡Id reservando habitaciones para disfrutar de unos días de desconexión! Para más információn visitad su web aquí