Torreblanca se encuentra entre los términos municipales de Sant Joan Despí, Sant Just Desvern y Sant Feliu de Llobregat. Es un magnifico parque de finales del siglo XIX con rincones muy románticos, ideal para familias.
En la Edad Media, este parque era la finca agrícola de la familia Requesens y en el siglo XVI ya se conocía con el nombre de Torre Blanca (separado). La finca tenía muralla, horno, huerto y hasta una capilla dedicada a Santa Ana. La familia Dusai, marqueses de Monistrol de Anoia, fueron quienes a finales del siglo XIX, convirtieron su residencia en un palacio estilo neogótico catalán rodeado de unos jardines muy románticos. Lamentablemente, el palacio vivió numerosos saqueos y muchas destrucciones durante la Guerra Civil y los herederos mandaron derruirlo en 1958. En 1982 se convirtió en espacio público.
Un parque muy bien comunicado
Hoy, en poco más de media hora, puedes llegar desde Barcelona con el TRAM, que tiene una parada con el mismo nombre, a pocos minutos caminando. Nosotros organizamos nuestro paseo a modo de gincana de fotos, de manera que teníamos que encontrar al menos cuatro rincones distintos donde hacernos fotos lo más divertidas posibles. Así, pudimos visitar tranquilamente y de manera muy amena los diferentes atractivos del parque de Torreblanca.
Como todo jardín diseñado en el siglo XIX, Torreblanca tiene lagos que imitan la naturaleza, con grutas, islas, cuevas y saltos de agua. Al parecer, hasta hace pocos años, incluso había pavos reales y unas pocas barcas para pasear.
En los lagos de Torreblanca puedes hacer unas fotos increíbles
Otro rincón de cuento de hadas es el laberinto de Torreblanca. Es muy fácil de recorrer y de encontrar la salida, por lo es ideal para niños pequeños. El laberinto tiene un mirador desde el que podéis haceros fotos muy divertidas. Al lado del laberinto, si os fijáis, encontraréis árboles de todo tipo. Es otro de los encantos del parque, que también es jardín botánico.
En Torreblanca también hay una zona donde cultivan distintas rosas, que son típicas de la zona. Allí mismo tienes un terreno delicioso con árboles, ideal para descansar a la sombra en los días que hace tanto calor.
Un amplio programa de actividades
Otra de las peculiaridades del parque es que se organizan actividades de todo tipo. Todos los domingos por la mañana, hay la “Jugateca ambiental” con actividades infantiles. Aquí, además, los niños tienen la oportunidad de intercambiar libros y cuentos infantiles. También de 10 a 14 horas, todos los domingos, en la entrada principal del parque, tienes el Mercat de Pagès. Con frutas y hortalizas de proximidad, puedes comprar directamente a los pageses de la zona,que también ofrecen productos ecológicos.
El objetivo de esta iniciativa es promover la agricultura local y de temporada, porque son más justas desde el punto de vista social y medioambiental. Una iniciativa que puedes degustar en la mesa -entre otros- a través de los restaurantes adheridos al colectivo “Els Sabors de l’Horta del Baix Llobregat”, que agrupa más de 50 restaurantes que promueven la cocina km0 con productos cultivados en el Parque Agrario del Baix Llobregat. Nosotros nos acercamos en tranvía hasta Sant Just Desvern (parada Walden), para comer en el restaurante El Mirador de Sant Just.
Además de probar un menú degustación memorable a base de cerezas, en un espacio panorámico con forma circular y paredes acristaladas, antes o después de comer, puedes subir hasta su mirador, a 105 metros de altura. Es toda una sorpresa subir por un ascensor instalado en lo que era una antigua chimenea hasta la cima. Allí tienes vistas de 360º del edificio Walden 7 de Ricardo Bofill, Montjuïc, el aeropuerto de Barcelona-El Prat Josep Terradellas… ¡No te cuento más para que vayas a verlo!
