Hay fines de semana a los que llegas casi sin saber cómo, totalmente agotad@, y encima cuando miras la previsión del tiempo no sabes si reír o llorar… Dan ganas de quedarse en casa y no hacer nada (o sea mil cosas km0). Pero no. Semanas antes quedamos en lista de espera en el sorteo de Vacances en família de Xanascat y cuando tuvimos la oportunidad de auto adjudicarnos plaza había pocas opciones y ninguna de las que queríamos. Oh. ¿Y ahora qué, pensamos? Entonces, decidimos lanzarnos a la aventura. A lo loco. Porque nos encanta el juego libre y espontáneo de los niñ@s, su capacidad de improvisación; y no vamos a ser menos nosotros, ¿no?
Así que con un parte meteorológico tremebundo llegamos a Viladoms de Baix, de Fundesplai, que, a pesar de estar cerca de la carretera, parece una aldea perdida en el bosque— eso sí: con un estupendo comedor (por el espacio, la comida y el servicio), una digna sala de juegos, una pista de futbol-básquet, otra de voleibol, varias zonas de picnic y una piscina.
¿Y qué tiene Castellbell i el Vilar de interesante?, os preguntaréis. Pues a parte del castillo que da nombre a la población— medio privado, medio en ruinas—, están las iglesias y ermitas, el Pont vell, las colonias textiles— como la Bauma—, el río Llobregat, un montón de rutas y circuitos para senderistas y escaladores intrépidos, como la Via ferrada de la Cinglera del Resistent, además de varios parques infantiles y también uno para skaters. ¡Casi nada! A lo largo del fin de semana no solo descubrimos la historia presente y pasada de la zona, también escuchamos y observamos la flora y la fauna, recogimos espárragos, tomillo, romero, malva, borraja… y hojas para nuestra colección.
Pero lo mejor, para nosotros, fue descubrir el Camí del Burés, junto al Rec, detrás de la colonia textil del barrio con el mismo nombre y del estupendo parque de Lluís Companys. Fue un gustazo, pasear entre las huertas, hasta el Espai protegit del meandre. Y no solo por el paisaje, si no por la sorpresa que nos esperaba a medio camino: ¡un Geocaching! Sin querer, por casualidad, encontramos uno cerca de la reclusa y… ¡fue un no parar!
De todos modos, aún nos quedó tiempo para conocer a productores de la zona, entre ellos a los queseros artesanales de La Frasera (Vacarisses), una visita familiar indispensable, a gusto de toda la familia. Allí, grandes y pequeñ@s pueden ver cómo se hacen las distintas variedades de queso— algunos que rinden homenaje a símbolos de la zona, como la Torrota, premiados incluso. Y aunque no pudimos ver las cabras (que cuando llueve se vuelven tímidas), disfrutamos de sus productos, elaborados tradicionalmente con mucho amor por parte de Jordi y Luz.
(ALERTA: ¡Momento flashback nostálgico!) Recuerdo que cuando Pau empezó a andar salíamos de casa en dirección al parque y la mayoría de las veces ni siquiera llegábamos. Luego, cuando alguien me preguntaba qué habíamos hecho, donde habíamos ido, al principio no sabía qué responder… Después, decía: a descubrir el mundo. Porque eso es exactamente lo que aprendimos a hacer, junt@s. A disfrutar de las pequeñas cosas que no por tenerlas cerca y parecer conocidas son menos maravillosas, ¡al contrario! Ya fuera un semáforo, un portal, un gato o una piedra. Porque la aventura es el lugar, sí, pero también eres tú. Yo, él, nosotr@s. La actitud, la mirada, la imaginación… No lo olvides, y ¡a seguir disfrutando!
¡Comenta!
-

Ver Política de Moderación de comentariosgemma
Aquests caps de setmana son els millors. Espectatives 0 = a gaudir de cada sorpresa.
Nosaltres hem demanat aquest alberg en primera opció dues vegades i encara no l’hem trepitjat. Hauré d’estar molt atenta a la propera convocàtoria!