El Butterfly Park Empuriabrava es la recreación de una selva tropical en un invernadero de unos 1.000 m2. La vegetación, la sensación térmica y el colorido de sus pájaros y mariposas verdaderamente nos transportan a los trópicos.
Es un parque para observar de cerca, aprender y sensibilizarse sobre la importancia de preservar los ecosistemas, su flora y su fauna. Mariposas de todos los tamaños, aves coloridas, iguanas y murciélagos son algunos de los habitantes del parque que llamarán la atención de sus visitantes. Hay la posibilidad de concertar una visita guiada para saber más sobre todos ellos.
Nosotros fuimos por libre y a nuestro ritmo, y la verdad es que nos funcionó muy bien. Intentar encontrar las tortugas, muy bien camufladas en esta ‘floresta tropical’ de la Costa Brava, fue una buena idea de juego en familia. Además, tanto Teo como su amigo Eric estaban en la edad en la que tener a los pájaros comiendo de su mano tenía mucho más valor que escuchar detalles sobre su biología. Se lo pasaron en grande con el vasito de néctar que se compra en la entrada. Os aconsejo que los mayores reserven sus vasitos para los peques: ¡querrán más!
El espacio, con su puente de madera, su estanque de peces y sus caminos adornados por impresionantes plantas tropicales invitan los pequeños exploradores a conocer todos sus rincones.
Una vez dentro puede que no parezca tan grande, y la verdad es que la humedad del parque no permite estar allí dentro tanto tiempo como uno desearía, pero serán más o menos 30 minutos muy entretenidos y educativos.
Otra razón para desplazarse hasta el Butterfly Park es su ubicación: está en la Costa Brava, tocando al “Parc Natural dels Aiguamolls de l’Empordà”, cerca también del “Parc Natural del Cap de Creus” y del “Paratge Natural de l’Albera”. Así pues, la visita al Butterfly Park Empuriabrava puede convertirse en un buen complemento de alguna de esas bellas rutas de gran riqueza natural!
Lo mejor: el vasito de néctar que permite que los niños alimenten a los pájaros. Un tip: mejor llegar pronto para no encontrarles ya satisfechos de néctar.
Lo peor: la recreación de la humedad de la selva tropical no nos permite estar allí mucho tiempo. Aunque quizás el aguante de los peques sea bastante superior al de los padres.
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Precioso