Hoy os traemos un post muy especial. Más que un post se trata de una conversación con Nathalie, madre, emprendedora y experta en todo lo que tiene relación con el hecho de jugar. La encontrarás tras el mostrador de la exquisita tienda Kamchatka Magic Toys, asesorándote con amor y profesionalidad a partes iguales. En un momento en que todo son catálogos y spots de juguetes y hay la tecnología acechando el tiempo de ocio de nuestros minis hemos querido hablar con ella. Nathalie arroja luz a temas como la importancia del juego en el desarrollo de los niños y niñas, las claves para regalar con cabeza y muchos otros interesantes aspectos que como ma-padre seguro que te interesaran.
¿Cómo de importante es jugar en la evolución de nuestros peques?
Es esencial. El juego es la vía idónea para aprender cómo desenvolvernos en el mundo que habitamos. Todas las herramientas que necesitaremos en nuestra vida adulta, las habilidades cognitivas, sociales, afectivas, de resolución de problemas y pensamiento lógico serán forjadas a través del juego.
Eso es lo que intentamos transmitir a los padres, que acaben siendo conscientes de que el juego no sólo NO es acto baladí sino muy probablemente la actividad fundamental, el acto fundante de lo que será ese niño o niña de adulto. Por eso, entre otras cosas ha de ser respetado, libre, creativo y claro! acompañado.
Cuando pensamos en juguetes tenemos que asumirnos acompañantes en el juego y saber que es un instrumento que nos permitirá crear un vínculo que va más allá de la mera acción de jugar. Te lo ilustro con un ejemplo sencillo: Cuando jugamos con un bebé, supongamos de 14 meses, con el típico encajable de piezas para clasificar y le alentamos a conseguir colocar el cuadrado en el agujero correcto, no sólo estamos permitiendo que cognitivamente asocie palabras a formas y que, con ello, aprenda intuitivamente conceptos geométricos, colores o tamaños o que, además, desarrolle sus habilidades motoras y la coordinación ojo-mano; lo que es verdaderamente singular y si me permites, mágico de ese recorrido junto a él o ella, es que estamos creando y reforzando un vínculo. Jugar es necesariamente vincularnos: con los otros, con el mundo y con nosotros mismos.
Cuando nuestras palabras le guían o le demostramos alegría al ver que lo consigue u ofrecemos nuestro aliento cuando falla, ¡hemos hecho mucho más que encajar un cuadrado en su agujero! Imaginemos la misma situación pero sustituye nuestra acción y presencia por una luz o “voz” automática que le “dice” al niño que ha hecho lo correcto o que ha fallado, el niño o niña en cuestión habrá logrado asociar una información y seguro aprenderá a diferenciar el cuadrado del círculo, pero las “otras” cuestiones fundamentales como la confianza, la seguridad, la empatía o el manejo de la frustración y el aprendizaje del fracaso, habrán quedado relegados a un segundo plano o peor aún, serán inexistentes. Se impondrá la adquisición de una información, a la creación o al fortalecimiento de un vínculo emocional.
Los juegos tradicionales favorecen un aprendizaje pero, sobre todo, el reconocimiento de un otro que está allí y que es trascendente en el juego.
Un otro con el que se crea un código comunicativo y emocional de forma natural, respetuosa y espontánea.
¿Por qué en Kamchatka apostáis por los juguetes de madera?
Por varias razones, primero porque es un material polivalente desde el punto de vista sensorial. La madera tiene sonidos, temperatura, texturas, pesos, colores diferentes y eso de entrada, aporta un plus a la experiencia de juego. Por otro lado es un material perdurable, reparable y, si se respeta el origen de la madera, sostenible y ecológico.
No vale todo para hacer juguetes de madera por eso trabajamos con fabricantes que certifican su materia prima como provenientes de bosques replantados y sostenibles. También hay otra razón, quizás más romántica que las anteriores pero no por ello menos importante. La madera siempre termina siendo tratada manualmente. Hay un trabajo artesanal que imprime ese juguete de una historia propia. Le confiere lo que nosotros llamamos el “alma”: son juegos y juguetes que en su manufactura ya rezuman amor. Y eso creemos que debe ser un valor transmisible a nuestros hijos. Hay alguien, una familia quizás, detrás de ese juguete. Y eso es un regalo que, visto el mundo que habitamos, debemos enseñar a valorar.
Pero además de estas, hay otra razón potente: nuestra filosofía de vida, ¡creemos que un juguete de madera puede cambiar el mundo!
Me explico, es una realidad la hiperexposición que tienen lxs niñxs en esta época a las nuevas tecnologías. Y el hecho de se cree una relación tan poderosa con los dispositivos electrónicos probablemente se deba a que requieren menos de nosotros desde el punto de vista imaginario, simbólico y emocional. Eso hay que revertirlo por los motivos que apunté en la primera de tus preguntas.
Con los juegos tecnológicos no tengo que “pensar” en qué jugar. El juego está creado. Yo, como jugador, me dejo llevar por la inercia que crea el juego en sí mismo. Roland Barthes decía que en la modernidad el niño se convierte en propietario y no en el creador del juego “Se le preparan gestos sin aventura, sin asombro y sin alegría. Se hace de él un pequeño propietario sin inquietudes, que ni siquiera tiene que inventar los resortes de la causalidad adulta; se los proporciona [el juguete] totalmente listos. Sólo tiene que servirse, jamás tiene que lograr algo”. ¿Cómo puede promover la imaginación una muñeca que “hace todo ella solita”?
Pero hay más, con los juegos tecnológicos se precipita otro fenómeno no menos inquietante y que tiene que ver con la modulación del espectro social y emocional. Pensemos en una partida ante la consola que ha ido mal, si pierdo y me enfado, lo apago y así “desaparece” el motivo de mi frustración y no tengo que enfrentar -ni gestionar- semejante disgusto. Mi tableta no me exige que ceda, que negocie. Ni soy interpelado por el deseo de otro. Esa “autonomía” refuerza de alguna manera una tendencia natural al egoísmo que es más “cómoda” psicológicamente para los seres humanos. En contraparte, cuando compartimos y más propiamente cuando jugamos con otr@s estamos sujetos permanentemente a negociar y a crear: ¿Quién será caco, quién policía? (decidir los roles), deberemos consensuar reglas, respetarlas, arriesgarnos a perder. Negociar cuando algun@ desee cambiar de juego y “pensar” conjuntamente juegos alternativos en los que tod@s nos sintamos cómodos (porque el juego es fundamentalmente disfrute, no lo olvidemos). Evidentemente, todo esto hace que el juego con otros comporte mayores demandas y sobretodo, más compromiso emocional de nuestra parte. Pero, y esto es muy importante, cuando jugamos solos, en el juego libre, la demanda existe también.
Porque el juego imaginario implica una búsqueda interior. Requiere de un mundo interno que se alimenta y que obliga a la escucha íntima.
Y eso, ya sabemos, la mayoría de las veces es difícil. He aquí por lo que apostamos por el rescate del juego y juguete más tradicional, para preservar y regenerar un tejido que vemos fragilizarse cada vez más. La paciencia, el manejo de la frustración, el respeto al otro, la cooperación son necesarios para la construcción de un mundo de iguales y de sociedades sensibles, solidarias y armónicas. Ves? Un juguete de madera SI puede cambiar el mundo!
¿Debemos regalar a nuestros minis todo aquello que piden a los Reyes Magos?
En lo personal creo que no. Y eso enseñamos a nuestrxs hijxs. Creo que no hay que banalizar las cartas a Sus Majestades. Y en la medida en que hacemos que para nuestrxs hijxs se convierta en un acto verdadero de elección les estaremos dando la oportunidad de valorarlas y, más importante aún, escucharse a sí mismos.
Elegir es siempre una renuncia y esta enseñanza es fundamental para la vida si queremos hacerlos adultos responsables consigo mismos y el mundo. Elegir lo que nos gusta conlleva implícita la escucha verdadera.
Buscar lo que en realidad nos hace ilusión, lo que de verdad nos gustaría recibir es imposible en una lista de 10 o más regalos. Desvirtuamos el sentido real de las peticiones de Navidad a un acumular cosas. Hay que oírnos y no abarrotar los sentidos. Tenemos que darles a las niñas y niños la oportunidad de contactar consigo mismos y que el acto de elección no sea una X en un catálogo de cientos de cosas. Personalmente nunca me han gustado los catálogos. Porque al final se convierten en ruido. Poner equis en agujeros no ayuda a filtrar. Y hay que filtrar, porque nadie podrá sentir apego por aquello que no ha significado nada especial para él o ella. Las sociedades de consumo golpean fuertemente a nuestrxs niñxs con anuncios interminables. No olvidemos que aún son vulnerables y que nuestra principal misión es preservarlos.
¿Qué tipo de juguetes fomentan la creatividad de nuestros pequeñxs?
¡Me encanta esta pregunta! Porque contestarla es a la vez muy sencillo y concentra la esencia de nuestra filosofía de trabajo.
¿Los juguetes que fomentan la creatividad?… ¡Pues los juguetes de verdad!
Ahora bien, ¿qué es un juguete de verdad? Para nosotros, los juguetes que pueden ser transformados por quien juega. Aquellos que por su sencillez y flexibilidad pueden ser adaptados a las inquietudes cambiantes de quien juega.
Y digo cambiantes porque lxs niñxs crecen, varían sus intereses y adquieren otras capacidades y habilidades. Lo que estamos perdiendo es el poder de decisión de los niñxs sobre el juego. Lo que está en riesgo es la posición activa de quien juega frente al juguete. Pasando de actor a espectador.
La tecnología se impone con fuerza y, aunque nos venden que es muy creativa, no olvidemos que quien juega no decide. Es fundamentalmente un espectador del juego. Las baterías que hacen pedir comida a una muñeca o que teledirigen un cochecito o que abren las puertas de una cueva, las expresiones y posturas rígidas de los muñecos, las instrucciones de montaje y hasta el diseño de los juguetes que llenan las estanterías de los establecimientos más comerciales, proponen un juego que ha perdido su dimensión dinamizadora de la imaginación. Aprovecho para manifestar mi horror frente a la nueva tendencia youtuber de adultos que “hacen como si jugaran” condicionando de una forma terrible la manera de jugar y por supuesto simulando ser niños. El juego se ha convertido en marketing y eso es un peligro.
En ese sentido, los juguetes que nosotros llamamos “de verdad” son por principio originario creativos porque, incluso aquellos más estructurados o reglados, se supeditan a quien juega, que se empodera y toma las riendas del acto lúdico. Un coche sencillo podrá ser un día de bomberos, otros un transporte familiar, otra vez un vehículo “especial” para monstruos o uno interestelar o de construcción o incluso una casa rodante y por qué no, un robot granjera que recoge la cosecha. El poder de decidir en lo que ese cochecito se convertirá hoy, está en manos de la niña o niño e incluso en las del grupo de niñxs que estén jugando. Porque el juego es también un potenciador de la socialización, no lo olvidemos.
¿Cómo podemos elegir el juguete ideal para nuestros niñxs? ¿Qué tenemos que tener en mente a la hora de hacer la elección?
Pensar en ellxs. En cómo es a quien va dirigido el juego o juguete (es activo, es más bien reflexivo, es gregario prefiere jugar en soledad, etc). Debemos pensar en cuáles son sus intereses y en el contexto familiar que les rodea. Si pasa mucho tiempo solx y no tiene hermanxs es obvio que un juego de mesa no es una alternativa muy útil (salvo que, y ojalá sea así, estemos dispuestos a jugar con él o ella). Cuando elegimos tenemos que tener en cuenta sus talentos y debilidades, su afectividad y claro, ser conscientes que parte del éxito de un juguete o juego, es que podamos acompañarle. Tenemos que tomar en cuenta la edad a la que va dirigido, y por supuesto, que sea seguro jugar con él.
Dinos algunas claves para hacer regalos que fomenten la inclusión.
Hay muchísimos juguetes que pueden ser jugados por niñxs con necesidades especiales y niñxs sin ninguna. Que los equipara y los coloca en igualdad de condiciones. Juegos táctiles para que tanto niños con visión de águila como niñxs que poseen alguna discapacidad visual puedan jugar, divertirse y permitir situaciones de empatía muy favorables con sus pares. Los juguetes pueden ser empleados por unos y otros y no debiera existir taxativamente una clasificación que limite a unos y otros jugar. Hay juegos olfativos, juegos de motricidad o de construcción que pueden ser perfectamente adaptados en sus reglas o mecánica a todxs lxs jugadores.
Tenemos que flexibilizar e intentar optar por juegos que admitan posibilidades diferentes de uso para que pueda funcionar como un instrumento de integración en casa, en el aula, con amigos y familiares.
El mundo del juego comprometido tiene detrás una ingente cantidad de profesionales pensando en esto, ¡aprovechémoslo! Detrás de muchas de las empresas con las que trabajamos hay médicos, psicólogos, pedagogos, padres, madres y neurólogos creando juegos para todxs y eso es muy estimulante. Pensados y diseñados para ser jugados por igual por niñxs con necesidades especiales (espectro autista, discapacidad visual, auditiva, dificultades motoras) y niñxs que no las poseen, ese es un avance que deberíamos aprovechar aunque no lo cuenten en los anuncios de la tele.
¿Cómo podemos fomentar la igualdad de género en nuestros pequeñxs a través de los juguetes?
No condicionando el tipo de juego a su sexo. Reforzando en ellos la certeza de que todxs podemos jugar a lo que queramos. Huyendo de los estereotipos de colores y no haciendo ninguna distinción entre chicos y chicas. Los roles no vienen ni tendrían que venir dados por el juguete, esa es una construcción del discurso social.
Para construir una sociedad futura paritaria e igualitaria tendremos que desmontar los prejuicios que aún perviven sobre lo que se supone debiera ser un chicho y una chica.
Porque el “DEBE SER” se construye previamente con el “LO QUE DEBE JUGAR”, si yo como madre pienso y digo que los niños NO deben jugar con muñecas estoy transmitiendo el mensaje siguiente “lo niños no deben aprender a ser tiernos, a cuidar y a manifestar sus sentimientos ni asumir roles domésticos” pues mira tú, ya estoy formando a mi hijo bajo criterios de desigualdad. Las niñas y los niños tienen que aprender que son capaces de hacer y de ser lo que deseen y que bajo ningún concepto el juego debe limitar esos deseos sino promover como una verdad inalienable que somos iguales y tenemos derecho a ser y a jugar.