Una obra de Oscar Wilde
La estátua del Príncipe Feliz cubierta de oro, preside desde lo alto de su pedestal a todos los habitantes. Tiene como ojos dos zafiros y un rubí incrustado en su espada. Pero hay un problema: está llorando. Una golondrina llega para ayudarlo a eliminar las injusticias que existen. Mientras, sus amigas parten para Egipto y hace cada vez más y más frío.