El Canal Sant Martin lleva muchos años siendo el lugar a la moda en París, donde se dan cita los “bobos” (bourgeois-bohèmes) y también las familias! Por su proximidad al canal y porque los fines de semana cortan el tráfico, esta es una excelente opción para una salida con la tribu.
Entramos en el edificio de Le Comptoir Général por unas puertas metálicas dejando definitivamente atrás la ciudad, sus coches y sus prisas… nos hemos colado en un otro universo, con nuevos valores y otra cadencia del tiempo.
Nos recibe un espacio sorprendentemente habitado por un millar de objetos y estilos que se solapan como en una enorme “brocante” donde el visitante tiene la impresión de navegar entre los decorados de diversas películas antiguas.
Pero la exuberancia barroca no nos llega a agobiar, de una parte por la amplitud del espacio y sus diferentes salas, y de otra por la vegetación que surge de cada rincón, suelo, techo y muro del edificio.
Atención al detalle ¡hay tronas!
Durante la semana, Le Comptoir Général alquila su espacio de manera socialmente responsable. Esto quiere decir que las marcas o empresas que alquilen la sala a precio “normal” estarán de manera directa subvencionando el alquiler de asociaciones y ONGs a tarifa reducida.
Los fines de semana abren las puertas al público y sirven comida ininterrumpida desde las 11h a las 23h. La comida es igual de exótica y cosmopolita que el ambiente del lugar.
En la planta de arriba, una librería con obras originales y multitud de libros de segunda mano al precio simbólico de 1 uro.
Al fondo de la sala, una tienda “vintage”, donde encontrarás preciosas joyas y complementos hechos a manos así como elementos de decoración y ropa de segunda mano.
A la salida encontrarás el COP (Centro de Objetos Perdidos) un espacio dedicado al arte de “rebuscar en la basura para encontrar objetos preciosos”, autogestionado por personas “en riesgo de exclusión social” que encuentran aquí un lugar ideal para ejercer su comercio en toda legalidad teniendo de clientes a los curiosos que visitan el local.
Evidentemente, entre tanto objeto perdido, un sinfín de coches, muñecos y juguetes que los niños pueden tocar en un improvisado rincón de juegos. ¡Leo estaba como loco!
Instalados como en casa, en un rincón amueblado con cómodos sillones, sofá y mesita baja, pasamos una tarde muy agradable bebiendo un delicioso té y degustando una soda bio. Los más peques de la casa, y sus papás disfrutaron rodeados por la más bohemia fauna parisina.
¡Repitiremos!