Si hay un artista que fascina por igual a pequeños y a mayores es, sin duda, Joan Miró. En plena montaña de Montjuïc de Barcelona está su Fundació y es, sin duda, uno de los museos más kid friendly que hemos visitado. Sigue leyendo y te contaré porqué.
Arte para todos los públicos
La primera vez que visitamos la Fundació Joan Miró en familia fue cuando mi hijo tenía 3 años recién cumplidos. No sabía si el niño aguantaría cinco minutos o si conseguiría ver toda la exposición. Cuál fue mi sorpresa que no sólo conectó desde el minuto uno con las obras sino que conseguí mantener su atención durante todo el recorrido. Ahora tiene más de cuatro años y cuando Mammaproof me propuso esta misión no dudé en repetir la experiencia.
Miró fue un niño introvertido y soñador. Sentía un gran vínculo con la tierra y le fascinaban los colores y elementos de la naturaleza: los pájaros, las estrellas, el sol, la luna… Su arte está plagado de colores primarios que llenan sus obras de vida y energía. Quizás sea el uso de esos colores lo que hace que los niños y niñas sientan atracción por las obras de este artista catalán. Os recomiendo que cuando estéis delante de un cuadro les preguntéis: “¿qué ves aquí?”. Seguramente su imaginación volará más lejos que la vuestra y os prometo que las respuestas os sorprenderán.
La Fundació Miró: arte y naturaleza
Pasear por las diversas salas de blanco impoluto, terrazas y patios de la Fundació me transmitió una constante sensación de paz. Edificio y naturaleza se funden en perfecta armonía. Más tarde supe que esa era la intención de Miró cuando inauguró la Fundació en 1975. El artista, junto a su amigo y arquitecto Josep Lluis Sert, escogieron Montjuïc porque deseaban que la vegetación se adentrara en el museo y formara parte de él. Desde mi humilde opinión, lo consiguieron.
A pesar de su arquitectura particular, el edificio se puede recorrer en cochecito porque está completamente adaptado. También ofrecen la opción de guardarlo si lo deseas. Disponen de un montón de taquillas para poder dejar lo que necesites y hacer el recorrido más cómodamente. Y otro detalle que se agradece: cambiadores en los lavabos.
Eso sí, debes tener en cuenta que una vez dentro de la exposición no puedes llevar bebida, ni comida. Así que si a tu peque le entra sed o hambre tendrás que salir a alguno de sus patios o jardines. Una gran excusa para poder contemplar las vistas de la ciudad.
Volar con la imaginación y con los talleres de la Fundació
La Fundació Joan Miró está familiarizada con el público más joven y eso se aprecia en la calidad y diversidad de sus talleres familiares y escolares.
Nosotros tuvimos la suerte de participar en uno: “Rastros y pájaros”. Con este taller pudimos, literalmente, volar con la imaginación.
En su amor por la naturaleza, el pintor sentía fascinación por los pájaros y los plasmó en muchas de sus obras. Y no solo eso, sino que, con los trazos de su brocha intentaba reflejar la estela que estos dejaban al volar. Aprovechando la poética del rastro del pájaro y también el entorno natural, el taller propone imaginar cómo sería un pájaro de Miró.
La actividad, que dura una hora y media, empieza con un recorrido guiado por las salas del museo. Aquí, mayores y pequeños, a través de un elemento tan cotidiano para todos como los pájaros, conoceremos su colección y descubriremos todas las aves y rastros que se esconden en muchas de las obras del artista. Una vez finalizado, las familias nos iremos al Espacio Taller y aquí… empieza la fiesta.
Las encantadoras chicas que dirigen la actividad, del colectivo Les Rupestres, nos dividieron en tres grupos y nos ofrecieron un sinfín de materiales para que inventáramos y diseñáramos un pájaro. Y no solo eso, sino que el pájaro en cuestión debía ser capaz de volar (o al menos planear) al lanzarlo desde uno de los balcones del museo. Esta es una actividad que busca involucrar a toda la familia. Así que os confesaré que una de las cosas más divertidas fue ver la cara de pánico de muchos padres al no saber por dónde empezar. Pero una vez superado el pánico escénico, un poco de washi tape aquí, unas plumas y cintas por allá, conseguimos crear 3 prototipos de aves mironianas muy originales. Pero sin duda, lo mejor fue ver la cara de los pequeños caminando hacia la parte de arriba del museo cargando con orgullo los pájaros creados con sus familias.
Otro detalle a destacar de este taller es que pretende ser lo más sostenible posible. Y una vez acabado el taller, tuvimos que desmontar nuestros artilugios voladores y reciclar el máximo posible de elementos que habíamos utilizado.
Esta actividad es para mayores de 5 años y se realiza algunos domingos a las 11:30. Podéis visitar su web para obtener más información y comprar las entradas.
Un plan de domingo
La Fundació Miró se encuentra en la montaña de Montjuïc, un gran parque urbano con zonas verdes, jardines y un área de picnic próxima. Un plan perfecto de domingo.
Os recomiendo que vayáis en transporte público, cojáis el Funicular Metro Paral·lel. ¡A todos los niños y niñas les fascina el funicular y además el billete está integrado con el del metro!
Si queréis comer en la Fundació también podéis. Tiene un bar-restaurante con una amplia carta con platos tradicionales de la cocina catalana. Y también encontraréis un surtido de bocadillos y algunas tapas que podéis degustar en la terraza de uno de los patios de la Fundació.
Si os queréis llevar algún recuerdo, el museo cuenta con una librería y tienda dedicada al artista. Os recomiendo que le echéis un vistazo a los libros infantiles de Miró, son de gran calidad.
Para Miró, un árbol “tiene un alma, un espíritu”, no es tan solo un tronco con ramas y hojas. Y os prometo que ese alma y espíritu los podréis admirar en cada uno de los rincones de la Fundació que alberga más de 14.000 obras de uno de los artistas más influyentes del siglo XX: Joan Miró.