Ayer tarde, íbamos a otra cosa, al dentista concretamente. Crucé literalmente Barcelona en metro y ferrocarril con Albert colgado de mi brazo. Al llegar a Plaza Molina, la calle Balmes nos recibió con el tráfico de las 18 de la tarde de un día cualquiera. Ruido, gente con prisas….Y de repente, vimos una pequeña calle peatonal que fue nuestra salvación. Una de esas calles que es un oasis en la ciudad. Y justo al entrar en ella, a nuestra izquierda, un gran ventanal y una pizarra con montones de cosas escritas nos llamó la atención. Había prometido un helado después de tanto ajetreo, así que entramos en el Club Suizo Barcelona.
Y ¿sabéis lo primero que vimos? Una preciosa vaca de tamaño natural y… ¡de color rojo! Eso ya invita a que los niños se queden con la boca abierta. Y Albert corrió a tocarla, abrazarla…
En la barra, un simpático camarero nos trajo el helado, el agua, una pajita para el agua y un platito para que el helado no se desparramara por toda la mesa. Y nos sentamos en un banco enorme de madera. Al lado, dos niñas haciendo los deberes con su batido de chocolate. Delante, una familia haciendo deberes y merendando magdalenas caseras y pastel de queso con arándanos….
Luz natural, espacio acogedor, calle peatonal….No se puede pedir más al lado de la calle Balmes.
Antes de irnos, una visita al baño. Amplio, con cambiador y limpio. Pasó la prueba! Es Mammaproof total!
Además, me fijé que hacen comidas ricas y sanas, todo tipo de combinaciones de café y ricos desayunos a precios razonables.
Ah! Dato importante, por ser el Restaurante del Club Suizo, también hacen especialidades suizas como Raclette, Fondues, etc., incluso para llevar. También se celebran desayunos de empresarios y cenas-evento.
Así que si alguna vez pasáis por Plaza Molina y necesitáis un respiro, ¡el Club Suizo os espera!