Big Fun Museum: un maravilloso entretenimiento para toda la familia

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Poco después de nacer Pau estrené un blog de citas y reflexiones al que quise bautizar El eterno turista para consagrarlo justamente a dicho ejercicio vital: mantenerme siempre en ese maravilloso estado de curiosidad a cada paso del camino. Disfrutar de todo como una nueva aventura dentro de este viaje. Y aunque sigo alimentándolo y aprendiendo, mi mejor maestro en este arte es nuestro hijo.

Fue justamente con este espíritu que nos dirigimos en viernes por la tarde al centro de Barcelona: un lugar de lo más turístico (si no el que más) y al que vamos muy poco por esa misma razón. Pero en un remake del refranero, basta
decir que no hay bien que por bien no venga. Y esta excepción parece que no va a ser la última.

En el corazón de la Rambla se encuentra el Big Fun Museum, que en realidad es mucho más que un museo. De hecho, es una reinvención de ese concepto algo pasivo, para transformarlo en vivo entretenimiento, con 9 espacios temáticos en los que puedes interactuar libremente, que incluyen escenografías, laberintos, efectos 3D e ilusiones ópticas sorprendentes, que te permiten viajar en el tiempo y el espacio por mundos y realidades increíbles.

Súper bien comunicado (a 3 minutos de la parada de Liceu de la línea verde de metro) y de fácil acceso (con una amplia entrada a pie de calle y aunque tiene 3 plantas dispone de ascensor y escaleras mecánicas), está lleno de personal de lo más atento que te aconseja en todo momento para sacarle el mejor partido a la experiencia. Ah, y ofrecen taquillas gratis a sus clientes para poder viajar ligero.

El tiempo de disfrute en cada espacio es ilimitado (o infinito, como dijo nuestro Pau) y te aconsejamos que lo aproveches, puesto que vale la alegría (que no la pena) recrearse en ellos a gusto. La entrada puede ser única, a 10€ por museo, o en formato pack, para una selección de 5 o para los 9, lo que supone un ahorro significativo ¡y la posibilidad de mucho más divertimento!

Nos recomendaron dejar la Dry pool para el final (porque los peques se quedarían a vivir en ella), pero no pudimos evitar lanzarnos de cabeza (literalmente). Lo que podría considerarse una doble piscina de bolas (también) para adultos, es todo un reto, incluso más que el Laberinto de espejos, puesto que resulta muy fácil entrar y no tanto salir de ella. La única pega es que el techo es un pelín bajo y no permite hacer algunas piruetas (nivel temerario).

El siguiente espacio que visitamos fue el Sweet museum, en el que todo era absolutamente delicioso. ¡No podíamos parar de repetir uau, cual mantra! Y aunque Pau no ha sido nunca de posar para las fotos, en El reino de los dulces
no paró de hacerlo ni de pedirlo. Este quizá es el ambiente más grande, en comparación al resto, pero echamos de menos un detalle: poder comernos algo. ¡Salimos de él con un antojo ¡terrible!

La siguiente parada fue la sala los espejos y la entrada estaba chupada, pero la salida… fue otra historia. (De hecho, aviso a navegantes: antes de acceder a los laberintos deberéis firmar conforme no sufrís del corazón, ni padecéis
claustrofobia, etc.; un puro trámite.) ¡Qué pasada! A l@s que os orientáis mal (como yo) os aconsejo que vayáis de la mano: el efecto óptico és alucinante y confunde un montón. Y si sois atrevid@s entrad suelt@s: vais a flipar. En colores.

Algo más allá va el siguiente espacio, un embrollo apto solo para intrépid@s, nat@s, para l@s que buscan emociones fuertes y no temen la oscuridad: El laberinto de cintas. Guiaros por el tacto, perderos y dejaros sorprender por…
¡quien sea que os encontréis dentro! La risa está asegurada. Como mínimo. ¡Y ya no digamos en La casa del revés! Un impresionante decorado hasta el más mínimo detalle gracias al que conseguiréis imágenes impresionantes. ¡Brutal!

Cuando estuvimos de ruta por Dinamarca el pasado verano, visitamos el museo Believe it or not de Copenhagen y nos lo pasamos pipa (excepto por alguna imagen inquietante, por el que Pau nos pidió que le tapáramos los ojos), así que teníamos que visitar también su homólogo en la capital catalana. Esta colección de récords y curiosidades ofrece a sus visitantes la oportunidad de descubrir personas, hechos y curiosidades sorprendentes. En él podrás compararte con el hombre más alto del mundo, conocer Marte, explorar una selva, hacerte un selfie con Elvis Presley y ser espectador de la exposición más freak… entre otras cosas.

Por si no habéis gastado ya todas las fotos en la sala Sweet, en La casa del gigante se os va a fundir el móvil o las pilas de la cámara fijo. Parece el espacio más pequeño de todos, pero puede bien deberse al efecto de contraste por
enorme que es todo en él… Siéntete ( y disfruta) como un enano infiltrándote en el universo de los gigantes donde todo es tamaño maxi.

Nos dejamos El laberinto del miedo para el final, para decidir entonces si entrábamos o no, y nuestro pequeño aventurero no se atrevió (ni la madre que lo parió tampoco), pero sí su padre sí, ¡y aún no se ha recuperado del susto! Y digo el susto, no los sustos, porque parece ser que es entrar y no parar. ¡Animaos, valientes! A ver si lo contáis luego…

El museo de las ilusiones es el único que está en otra localización aparte, pero solo unos 5 minutos a pie) y es el más indicado para amantes de la fotografía y pequeñ@s reporter@s, puesto que sus enormes murales con efectos 3D son impresionantes y convierten la captura de una imagen en una experiencia mágica. A nosotros nos pilló ya con poca batería (no solo en los teléfonos) y nos la fundimos en un plis-plas.

La verdad es que pasamos una tarde fantástica, en todos los sentidos, disfrutando de una actividad inesperadamente divertida, y no solo la recomendamos para un@ mism@, sino para regalar, puesto que es el obsequio ideal (en compañía) ya sea con la pareja o para compartir con un grupo de amigos o colegas de trabajo. ¡Y resulta apto para toda la familia! (Claro está que un bebé no va a disfrutarlo mucho y que el museo del terror no se aconseja a
menores de 8 años, pero eso es todo.) Solo un detalle importante: a l@s que os guste hacer fotos, llevaros la cámara.

Los ambientes del Big Fun Museum son 9 estupendas oportunidades de divertimento si dejamos fuera los prejuicios adultos que tantas alegrías quitan; 9 espacios que nos permiten jugar y maravillarnos como cuando éramos niñ@s…
O mejor aún: ¡con ell@s! Nosotros lo pasamos súper mega híper ultra bien (como dice Pau) y repetiremos. Seguro.

Únicamente echamos de menos algún espacio con sillas y mesas donde pararnos a merendar, comentar la jugada con otros grupos y compartir un buen rato de descanso entre salas (aunque sí había donde sentarse a recuperar fuerzas, eh). Pero al salir aprovechamos para redescubrir la zona y nos pegamos un buen atracón en el Mercat de La Boqueria, así que… ¡Carpe diem, etern@s turistas!

 

Puedes consultar nuestras recomendaciones actualizadas sobre museos familiares en nuestro post Museos para ir en familia

Categories: Cultura y Ocio,En familia,Museos

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  1. Qué buena pinta tiene y que desconocido era para mi!! Gracias!
    Para que edad mínima recomendarías?
    Saludos!

    Reply

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