A much@s os sonará barcelonareykjavík, o aún mejor, seréis clientes. Yo me cuento entre los del último grupo porque adoro el pan, y, en casa, Jan aprendió a decir pan antes que nada.
El otro día iba de paseo, a paso contemplativo, y me crucé con su tienda de Gracia. Tenía un día slow y me apeteció picotear pan. Mis días slow tienen un peligro: me encuentran con la lengua más suelta que de costumbre, y para mi suerte, en barcelonareykjavík me dedicaron un buen rato, explicándome los entresijos de esta original iniciativa que nace de la unión de un barcelonés y un reykjaviquense (mal escrito, seguro).
Casi todo en sus tiendas es blanco: paredes, mostrador… nada enturbia la visión de los reyes de la casa: sus panes, brioches y pastelería. Su gama de colores tostados destaca, llama y seduce.
La pinta hace justicia a su sabor, y pronto averiguo el porqué adoro lo que hacen: “nuestro orgullo es hacer las cosas bien hechas, buena materia prima bien hecha”. La dependienta (confieso, pregunté su nombre pero como todo aquello que no apunto de inmediato… ¡lo olvidé! Desde aquí te mando un abrazo!) sonríe de oreja a oreja y me muestra cada uno de los panes como si fueran joyas.
Según me cuenta, los métodos de elaboración de sus productos rescatan usos y costumbres de antaño, usando espelta y otras variedades de trigo antiguos como base. El proceso es dirigido por la “masa madre”, una levadura completamente natural obtenida de la fermentación de agua y harina (mezcladas y con un reposo de varios días a determinada temperatura). El pan, amasado a mano, reposa de 12 a 15 horas antes de entrar en el horno y en todas y cada una de las especialidades de la casa los ingredientes provienen del cultivo ecológico y de proximidad. Hasta el punto que las varían en función de las frutas y verduras de temporada que los payeses les ofrecen.
Materia prima de gran calidad, elaboración artesanal y respetuosa; el ambiente hasta huele a saludable. Me ha llamado la atención que sus brioches no lleven mantequilla, sino aceite de oliva virgen de primera prensada, y también que tengan en cuenta las necesidades de personas con alergias. En barcelonareykjavík, por ejemplo, los alérgicos a los lácteos y/o a los huevos pueden disfrutar de unas riquísimas magdalenas de limón con total tranquilidad. Y usan productos sin gluten en algunos casos, pero advierten que el resultado es bajo en gluten, y no sin gluten, porque todo se elabora en el mismo obrador y es imposible evitar que hayan trazas.
Eso me lleva al Raval, allí está la tienda madre, la que frecuento más, y el reino de David y sus panaderos. Este obrador es especial porque la actitud de barcelonareykjavík frente a los barrios que les acogen es abierta: por Navidad, los niños del Raval amasan y decoran sus panellets y David les abre sus puertas para que usen su horno. Asimismo, en sus tres tiendas de Gracia, Raval y Born tienen en el mostrador una hucha en la que vale la pena dejar el cambio: es una iniciativa de la obra social de Sant Joan de Déu dirigida a proporcionar ayuda y cobijo al colectivo de personas en riesgo de exclusión social (link a http://www.hsjdbcn.org/portal/es/web/obra_social).
También hacen jornadas de puertas abiertas para que los niños conozcan el proceso artesanal de elaboración del pan y en general está abierto a cualquier propuesta, siempre que el discurrir diario del obrador se lo permita. Mmmm, los cerebritos pensantes de Mammaproof empiezan a tener alguna que otra idea a proponer… 😉
En definitiva, me voy con un pan tranquilo bajo el brazo, y mordisqueando el “crustó” como llevo haciendo desde pequeña. A ver si comiéndolo logramos engullir el frenesí que llevamos encima como piloto automático; bien dicen que eres lo que comes. ¡Buen provecho!
