Estos días muchas personas estamos en shock, estamos tristes, preocupadas, no podemos creer lo que está sucediendo, lo que estamos viendo.
Hablo desde la posición afortunada de no ser víctima en primera persona. No nos está pasando a nosotras, sin embargo no podemos parar de pensar en ello, estamos viendo imágenes y noticias que van apareciendo, en bucle, y queremos ayudar a todas esas personas de alguna manera.
Vivimos en una época muy difícil. Por un lado, no paramos de conocer noticias sobre guerras, desastres naturales, crímenes, noticias sobre salud mental, crispación política… No nos terminamos de “reponer” de una que ya sucede otra, o varias simultáneamente.
Por el otro, nos encontramos con el acceso a la información en vivo y en directo por centenares de canales y de millones de fuentes, pues cada persona puede ser “reportero” o transmisor de noticias, ideas y opiniones. Tanta información es abrumadora, excesiva, puede ser contradictoria, falsa, demasiado vívida… Como decía en un artículo reciente, podemos estar haciendo scroll infinito durante horas y horas y eso acaba pasando factura.
Yo misma, que generalmente casi no consumo noticias (no tengo televisión y las redes las trato de usar con moderación), estos días me he visto arrastrada al alud de noticias al minuto. Y he sentido una sensación absoluta de bloqueo y de apatía.
El dolor experimentado por ser testimonio del sufrimiento de otro tiene nombre: trauma vicario
o varios nombres. (Al final del artículo te doy las fuentes y autores de estos términos)
Uno de los términos más utilizados es el de estrés post traumático secundario. Este trastorno provoca síntomas emocionales y físicos como si se tratara de un estrés postraumático vivido en primera persona.
Otro nombre que recibe es el de fatiga por compasión: dolor, tristeza, cansancio y culpa experimentado por personas que ayudan a otros que experimentan sufrimiento, trauma y dolor. Muy común en los terapeutas, psicólogos, médicos, enfermeras…
Por último, y el que estoy viendo estos días en redes para hablar de lo que estamos sintiendo con las noticias de la DANA es el de trauma vicario.
En todos, los síntomas que podemos experimentar las personas testigos de víctimas son similares a los del trastorno por estrés postraumático primario: reexperimentación, recuerdos intrusivos, evitación, excitación persistente, cambios negativos en el estado de ánimo y en los sentimientos, reacciones físicas y emocionales …
¿Te está pasando esto?
Ahora que entendemos que este dolor que estamos sintiendo, aunque no lo vivamos en primera persona, es válido y real, tenemos que aprender a gestionarlo.
Porque aunque se haga difícil, tenemos que seguir con nuestras vidas y tenemos que estar bien para nuestros hijos e hijas, familias, y niños y niñas si trabajamos vinculadas a la infancia.
Y vuelvo a decir que escribo para todas las personas que somos afortunadas de no estar viviendo esta tragedia en primera persona, pero que debemos tener en cuenta algunas cosas si queremos cumplir nuestras ganas de poder ayudar y aportar un rayito de luz en tanta oscuridad.
Si no estamos bien nosotras, no vamos a poder estar bien para nuestros peques y no vamos a poder prestar ayuda.
Todo este artículo, en realidad es atemporal. Si bien lo escribo después de pocos días de los acontecimientos vividos por la DANA en Valencia, las reflexiones y herramientas que voy a compartir son válidas para cualquier momento de crisis, cualquier momento que nos hace tambalear, cuando parece que la vida es demasiado dolorosa, por los eventos y las tragedias que vamos presenciando.
En primer lugar, nos cuidamos nosotras
Es como en los aviones: siempre se nos dice que en caso de emergencia nos pongamos primero la mascarilla de oxígeno y luego se la pongamos a nuestro hijo o alguien que lo necesite.
En estas situaciones de crisis, también debemos buscar la manera de protegernos, de cuidarnos y de elevar nuestra energía.
¿De qué maneras?
- Dosificar la información a la que estamos expuestas y a la que accedemos. Limitar nuestro consumo de noticias y asegurarnos de que son de fuentes fiables.
- Huir de publicaciones y comentarios que inciten al odio, a la división entre personas. Estamos viendo que la solidaridad es lo que está salvando a las personas de estos eventos catastróficos. La división viene de otras esferas. No entremos en ese juego.
- Volver a nuestra rutina de actividades que nos hacen sentir bien, ahora más que nunca. Y si no tienes una, es prioridad crearla.
- Dejar para siempre la insensibilidad por sobrevivir. Y sentir de verdad para volver a vivir. Permitirnos estar tristes y no encontrarnos bien. Permitirnos llorar.
- Permitirnos volver a nuestra esencia, de cuando éramos niños y niñas con los corazones puros, llenos de alegría, llenos de sueños, llenos de esperanza. También corazones que lloraban, que tenían miedo, que se emocionaban, mostrando diversidad de emociones.
Y una vez este dolor salga, entenderemos que de muchas cosas somos responsables y que podemos tomar las riendas, y entonces empezar la transformación. Realizar pequeñas acciones que cambiarán el mundo.
Ahora cuidamos a nuestros peques
Estas son algunas de las cosas que podemos hacer para cuidarles a ellos:
- Darles presencia y amor. Nuestros peques nos necesitan cerca. Necesitan de nuestro contacto, de nuestra presencia verdadera, no a medias, no con el pensamiento en otro lugar, no mirando el móvil o viendo noticias.
- Jugar con ellos, hacer actividades que les gusten, les motiven, miremos cuentos juntos. Nos necesitan a su lado, acompañándoles, estando acogedores… Cuánto más pequeños son, menos momentos independientes tienen, y más nos necesitan. Y está bien así: es como aprenden, es como desarrollan el lenguaje, es como les podemos acompañar en su desarrollo y aprendizaje.
- Maravillémonos de verles crecer y aprender. Demostremos nuestra ilusión. La emoción es el motor del aprendizaje y de un desarrollo saludable, disfrutemos de verdad de los momentos de presencia con ellos.
- Mirarlos atentamente, observarlos, tener una escuchar activa, sin juicio, receptivas a su iniciativa, mostrando interés y responder a todo ello con alegría. Así estaremos bajando a la presencia consciente.
- Verbalizar algo de cómo nos sentimos. Porque va a ser díficil que estemos bien todo el rato (en función de cómo nos esté afectando a cada una toda esta situación), así que no nos lo callemos, no hagamos como “si no pasara nada”.
- Protegerles de la exposición a la información y las noticias. En edades tempranas no es adecuado que los peques vean o escuchen las noticias, vean imágenes, conozcan demasiados detalles de lo que está ocurriendo. Es suficiente con explicarles de manera adaptada a cada edad lo sucedido pero sin detalles y enfatizando los aspectos “positivos” como la solidaridad que se genera, las ganas de ayudarnos los unos a los otros, que nosotros nos tenemos, que somos afortunados…
- Verbalizar también sus emociones. Poner en palabras a sus emociones desde bebés, hace que puedan ir entendiéndolas, gestionándolas y expresándolas cada vez mejor. Si te han visto triste, preocupada, si has hablado de los eventos, si han visto noticias que mejor no deberían haber visto, es normal que ellos también sientan miedo, preocupación y tristeza, ya que están empatizando y creen que también les puede pasar lo mismo. En este momento es importante poder hablar de ello, dejar que el peque nos cuente cómo se siente, escucharle.
- Escuchar con todo nuestro ser: es como define la empatía Marshall Rosenberg, psicólogo creador de la Comunicación No Violenta. Siempre con presencia y empatía, validando todas las emociones que nos y les surjan, verbalizar lo que entendemos, darles un mensaje de optimismo. Y sobre todo, muchos abrazos y contacto físico, que eso hace sincronizar los corazones (Anna Lorita)
Nos sentimos preparadas para dar ayuda a otros
Una vez hemos atendido lo más urgente, a nosotras mismas y a nuestros hijos, nos sentiremos con un mejor ánimo para seguir ayudando a la causa.
Cada una lo hará de maneras muy distintas. No hay una manera más correcta, ni más válida. Si está hecho desde el corazón y por el bien de todos, será una acción bonita.
Se necesitan muchas maneras de actuar.
Ayer una amiga me decía que ella está ayudando a una amiga afectada, dándole escucha, preocupándose por cómo está. ¿Es eso insuficiente, ayudar a una sola persona? En absoluto: para esa persona es la vida entera.
Algunas ideas para ayudar en estos momentos de crisis:
- Compartir información contrastada de ayudas que se están llevando a cabo
- Participar en alguna tarea que se esté organizando en el barrio o localidad
- Prestar tus dotes profesionales si se necesitan
- Hacer algún donativo, a organismos e iniciativas fiables
Ahora ya hemos comprendido bien que no hace falta ser víctimas en primera persona para sentir que la vida se tambalea, se derrumba, se hace en pedazos. Y sentir mucho dolor, preocupación, culpa, tristeza. Ahora ya disponemos de algunas herramientas para manejar estas situaciones y poder volver a sentirnos un poco en paz.
Toma acción y sigue practicando una comunicación consciente. Coge un papel y haz una lluvia de ideas de lo que sientes que es importante para ti y de esas acciones que puedes poner en práctica ya. En relación a ti misma, a tus hijos y para ayudar. No lo dejes para mañana. Hazlo ya.
Sigamos profundizando sobre nuestras acciones, pensamientos y emociones. Un trinomio que va unido, que una afecta la otra. Y que para vivir en coherencia deben ir alineadas. Sin embargo, la mayoría de veces no lo están, y entonces ocurre que pensamos una cosa, pero hacemos o decimos otra.
La paz empieza en nuestras palabras y la violencia genera violencia
Las cuales empiezan en nuestros pensamientos. Es necesario entender que el juicio es el origen de toda violencia. Juicios desgarradores sobre los demás: sobre su manera de vivir, sobre su color de piel, sobre su nacionalidad, sobre su lengua, sobre su manera de desarrollarse…
Parece que cuanto “más lejos” ese suceso, menos empatía sentimos y más ojos ciegos podemos hacer: “Esto es de otro sitio; es otro país; es otra cultura; esto no nos pasará a nosotros; estas personas no son como nosotros… ”.
Justificaciones que hacemos para sentir que a ellos sí, pero a nosotros no. Pensamientos para justificar lo injustificable.
Esa “lejanía” o “diferencia” es un espejismo. Todo “aquello” nos toca tan de cerca como “esto”. El sufrimiento es siempre de todos.
No acabaremos con la violencia si seguimos con nuestras violencias implícitas, y cometemos muchas sin ser conscientes de ello. Es necesario que nos hagamos conscientes de nuestras violencias normalizadas y nos comprometamos a eliminarlas para siempre.
Toma acción y conciencia de tus pensamientos. Coge un papel y haz una lluvia de todos aquellos pensamientos que ya no quieres que formen parte de ti. Sácalos literalmente de tu cabeza, ponlos sobre el papel y luego tíralo o quémalo. Cambia estos pensamientos por otros llenos de empatía, respeto y solidaridad. Y háztelos tuyos.
Entender que los demás son merecedores. Son personas como yo, tienen sentimientos y emociones como yo, tienen sus dificultades como yo, sus sueños como yo. Aman a sus familias, amigos como yo. Quieren vivir en paz y con respeto como yo. Y así, comienza el respeto verdadero y la solidaridad.
Conclusión: Una filosofía y una forma de entender la vida
Escribo estas palabras como logopeda infantil especializada en desafíos comunicativos en edades tempranas y con un enfoque centrado en la familia.
Siempre hablo de logopedia consciente, respetuosa y holística y no son palabras vacías. Hay toda una filosofía y forma de entender la vida, la crianza, el desarrollo, la comunicación, la educación.
Las palabras que he escrito hoy tienen relación directa con cómo criamos a nuestros hijos y cómo éstos crecerán y se desarrollarán como personas enteras, íntegras, empáticas y con todo su potencial.
Todo ello gracias a una comunicación consciente, respetuosa y no violenta de nosotras hacia ellos, hacia nosotras mismas y hacia los demás.
Fuentes:
- Estrés post traumático secundario, acuñado por Chales Figley en 1983.
- También ampliamente usado por la doctora en Psicología Melanie Joy, especialista en la psicología de la opresión, la transformación social y las relaciones. Es autora de varios libros y la creadora del concepto del carnismo
- Fatiga por compasión, término acuñado por Carla Joinson en 1992 cuando realizó un estudio del trabajador “quemado” (burnout, el término que yo utilicé en uno de mis libros) con enfermeras de urgencias.
- El término de trauma vicario es de Irene Lisa McCann y Laurie Anne Pearlman, de 1995.
- Comunicación No Violenta del psicólogo, mediador y pacificador Marshall Rosenberg.
- Anna Lorita, terapeuta de liberación neuroemocional y energética (Instagram)
Recomendaciones de otros artículos en el blog relacionados con este:
- (Artículo) Algunos de los fragmentos de este artículo escrito pensando en las familias Mammaproof son adaptaciones y traducciones del artículo que escribí el 2 de noviembre “Insensibilitzats per Sobreviure: Sentir per Viure”.
- (Artículo) “Escuchar con todo el ser: Empatía como Estrategia Impulsora de Lenguaje | Logopedia Consciente”
- (Vídeo) “Parte 1: Comunicación No Violenta y Logopedia Consciente | Marshall Rosenberg”
- (Vídeo) “Parte 2: Recepción Empática CNV (Marshal B. Rosenberg) Estrategia Impulsora de Lenguaje -Logopedia Consciente”
- (Artículo) Relacionado también con los conceptos de «cambiar nuestro lenguaje para cambiar el mundo», te recomiendo esta lectura: “Lenguaje Neuroafirmativo en Terapia de Lenguaje – Logopedia Consciente y Respetuosa”