Capuchas de lluvia
Después de un primer día soleado, la segunda jornada del Encuentro Amarillo amaneció gris. Y nada tenía que ver con nuestro estado de ánimo ya que, aunque cansadas, seguíamos con el “subidón” que da el trabajo hecho, la sensación de equipo más fuerte que nunca, el compartir con los miembros de la Casa Amarilla. Nosotras estábamos alegres pero el cielo amenazaba tormenta.
La jornada del sábado estaba planteada para ser disfrutada junto a nuestras queridas agentes y colaboradoras y sus familias. La idea era la de empezar el día disfrutando del mar y de la preciosa costa realizando actividades acuáticas en la playa de Sant Feliu de Guíxols. La previsión metereológica era de todo menos esperanzadora así que decidimos ir sobre la marcha y ver qué nos deparaba el día.
Desayunamos de lujo en uno de los apartamentos, que parecía una versión #familywelcome del camarote de los Hermanos Marx. Era un placer ver a niños en el balcón jugando a hacer pompas de jabón, madres que compartían experiencias, agentes que se conocían por primera vez…muchas charlas, risas y un desayuno de campeones.
¡Pasajeros al tren!
Con la tripa llena y el cielo aún oscuro, decidimos cambiar de plan. Nos montamos en el trenecito turístico que nos dio un buen paseo por los rincones más bellos de la zona de Sant Feliu de Guíxols, llegando a la preciosa playa de Sant Pol desde donde se atisbaba el camino de ronda que, desafortunadamente, no pudimos recorrer por la amenaza de mal tiempo.
Poco a poco fue mejorando el día y para cuando llegamos a la ermita de Sant Elm, el sol ya lucía con fuerza. Incluso un par de valientes decidieron apearse para darse un buen chapuzón en el embravecido mar.
El Museo del Juguete de Sant Feliu de Guíxols
Tuvimos el gran placer de visitar el simpático Museu de la Joguina de Sant Feliu de Guíxols de la mano de su propietario, Tomàs Pla, con el que recorrimos todas las salas y quien nos explicó con detalle y pasión cada una de las piezas del fondo museístico, aportando un montón de hilarantes anécdotas.
Al edificio que alberga el museo se le conoce popularmente como Can Vilaret y está catalogado por el ayuntamiento como patrimonio arquitectónico. Recorrer sus estancias es viajar al pasado e imaginar cómo debían vivir y sentir las personas que las habitaron en su época de máximo esplendor.
La colección tiene desde entrañables juguetes de lata a muñecas de lo más retro e incluso un trenecito eléctrico que nos encandiló a todos. La sorpresa final fue la visita a parte de “La Casa del Terror” que antaño había estado en el desaparecido Parque de Atracciones de Montjuïc. Una visita de lo más recomendable de la que os hablaremos con más profundidad en breve.
Disfrutando de la gastronomía local
Después de una mañana tan activa todos (y especialmente los niños) estábamos hambrientos. Nos dirigimos al restaurante Marabu, ubicado en el Paseo del Mar de Sant Feliu de Guíxols, donde disfrutamos de la gastronomía local en buena compañía.
A estas alturas los niños se habían hecho inseparables y no dejaban de corretear de aquí para allá, compartiendo juegos y aventuras. Mientras, los adultos teníamos una conversación agradable, nos poníamos al día de nuestras vidas y hablábamos de los sueños y aspiraciones de Mammaproof.
Aunque la metereología nos lo puso difícil lo cierto fue que ¡vivimos un día fantástico rodeados de una compañía increíble!
¡Gracias!
Desde estas líneas queremos agradecer a las agentes y colaboradoras que desafiasteis el mal tiempo para venir con la tribu hasta la Costa Brava a compartir el día con el Mammaproof Team.
Gracias a Laia de Petits Retrats, María de Hansel y Greta, Laia de In Love Magazine, Esther de Cada día es domingo y Gemma de Glaram Knits. ¡Nos encantó reencontraros!
